martes, 15 de abril de 2008

Madrid, Madrid, Madrid.

Hice un viaje a Madrid. Un viaje a cualquier sitio te deja deslomado; si es a Madrid, además te deja desilusionado y cabreado. Observé los minúsculos cambios que al ojo atento resultan significativos. En Argüelles, barrio estudiantil de Madrid, por ejemplo, hay un Corte Inglés y donde en mis tiempos estaba la sección de librería ahora hay una de perfumes y han quitado para siempre y de todo el edificio la librería. A la salida, enfrente, donde se emplazaba una modesta papelería que también tenía sección de libros, se levantaba una monstruosa tienda de ZARA, con las letras bien grandes, para los que no se molestan en leer. ¿Es significativo? Yo creo que sí; el mundo ya se basa más en las apariencias que en las esencias, e importa más el culo que puedas mostrar que el cerebro que pueda pensar. Menos mal que todavía seguía en su mismo sitio el bar de la cuesta con sus bocaíllos de pescaíto frito y sus inolvidables y chuletas camareros madrileñones. Pero el Rastro ya no es el Rastro, es un Chinatown lleno de gente amarilla, como los Simpson; hasta a mí se me contagió la ictericia. Ah, y cada vez cuesta más trabajo distinguir, por como se visten, a una chica normalita de una puta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario