lunes, 1 de septiembre de 2008

El problema de la lectura

El problema de la lectura es complejo y debe abordarse en distintos frentes. Uno de ellos es la actitud de los padres, que no leen, no van a bibliotecas ni librerías y no discuten lo que leen con sus hijos; por otra parte, muchos padres ven, con crisis o sin ella, que el gasto en libros es superfluo, cuando el dinero que se va en libros es una inversión, no un gasto. Hace poco comentaba yo lo de la recién descubierta cabeza del sabio emperador Marco Aurelio; en sus Meditaciones dice algo por el estilo: "A mi bisabuelo debo no haber frecuentado las escuelas públicas y haberme servido en casa de buenos maestros, así como haber comprendido que para tales fines es preciso gastar con largueza". Sabía bien el emperador que la mejor enseñanza es la que se recibe donde se estudia, en la intimidad doméstica que da el trato familiar con un libro o con una persona: personalizar, intimar el conocimiento lo imprime en el "corazón del cerebro". En las cabezas de algunos progenitores, empero, no cabe la idea de que existan bibliotecas públicas que, por el coste de un par de fotografías de carnet, granjean todo libro que puedas desear; es más, allí está toda música, vídeo, periódico y programa informático apetecible. ¿Cómo renunciar a tesoro tal? Pues se renuncia, a veces por un simple partido de fútbol. Continuará.

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