lunes, 1 de septiembre de 2008

La modorra americana.

Los Estados Unidos declinan ya definitivamente. Los comparo a los programas de Microsoft, que replican la idiosincrasia de quien los parió: vulgares, incultos, avariciosos, egocéntricos y publicitarios, llenos de basura o morralla para tontos, incapaces de renovarse y de aceptar ideas alternativas, sumidos en sus complejos, cometiendo cientos de errores que podrían evitarse con simple simplicidad, repitiéndose con miedo a progresar, nunca amados, pero aún poderosos, extendidos y asumidos por todo el mundo. Con el déficit estatal más grande del mundo, dice un comentarista americano, "bancos de bandera estadounidense corren a pedir ayuda a los fondos soberanos de Oriente Próximo y el este asiático. El mercado de la vivienda está a punto de derrumbarse. El empleo está difícil. La clase media está quedándose sin cobertura sanitaria y entrando en la pobreza. Mientras se despilfarraban miles de millones de dólares en Irak y en maquinaria digna de Terminator IV para el ejército más poderoso que ha conocido el mundo, cualquiera que pase tiempo en Estados Unidos puede ver que las infraestructuras civiles están viniéndose abajo. Éste no es un país que hoy pueda "pagar cualquier precio, soportar cualquier carga", como decía la inspiradora retórica con que el hermano mayor del senador Edward Kennedy emocionó en otro tiempo al mundo". Y sin embargo ese país sigue atrayendo a las mejores inteligencias. ¿Cambiarán algo aquellos a quienes les cuesta tanto trabajo cambiar y darse cuenta de que el sueño americano se ha transformado en una modorra? El sistema electoral "vende" presidentes a grupos de presión imposibilitando grandes pero necesarias reformas, como la que pare en energías renovables o la que instaure una seguridad social igual, no parecida a las europeas: si instauran una seguridad social con esas condiciones, podrá decirse que algo efectivamente está cambiando en América y que marcha hacia el futuro. Al contrario que muchos, yo no creo en Obama, tenga el color que tenga, sino en los hechos, que casi siempre defraudan.

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