domingo, 5 de octubre de 2008

El Demonio y la Publicidad

Uno de los pomposos títulos con que se adorna el monarca de las tinieblas es el de "Padre de la mentira". Si agregamos a ello que la única libertad de la que está dotado el Ángel caído es la de tentar, tendremos al publicitario perfecto, o imperfecto, si ustedes toleran.

Viene al caso porque he recibido una llamada telefónica en mi casa de este individuo; no me prometía una gozosa vida eterna exactamente, ni una terrenal llena de placeres y satisfacciones, sino un seguro de vida a mí y a mi mujer durante dos meses, gratis, en condiciones ventajosísimas, sólo por ser haber sido y seguir siendo socio del Círculo de Lectores. ¿Cual era el truco? Tuve que deshacer varias falacias verbales y tramposidades varias para apercibirme de que al cabo de los dos meses, me crecería la cuota de mi domiciliación bancaria, a no ser que declarara verbalmente mi oposición al trato, que ya se daba por sentado sin decir yo ni mu. Presuponen que somos tan dejados como para olvidarlo o que no nos importe un gasto más, con la excusa de su hipotética bondad, de la que no hemos sido debidamente informados.

Este capitalismo da ya por firmada la venta de tu alma al diablo si no declaras tu oposición por escrito: un avance más en las artes maléficas del Adversario: la letra pequeña para los viejos que no pueden leerla.

Y este mismo y cornudo señor es el mismo que me llena el correo electrónico de basura, de novias rusas, de anuncios de estiradores de pene y potingues que van desde el viagra hasta el peyote alucinógeno, de lavado de dineros negros varios y de tantos virus, gusanos y malware, que no podría exterminarlos ni un Panda de tres cabezas.

Voy a vomitar.

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