Sarah Palin, esa madre metida a vicejefa del universo, aunque no crea en la teoría de la evolución y piense que hay que quemar algunos libros indeseables, dice que la Guerra de Irak la ordenó Dios; pues si es así, tiene la cara de Bush hijo. Cuántos dirigentes no se habrán puesto la careta de Dios para autorizar matanzas de todo tipo, empezando por los mismos Reyes Católicos, por el mismo Franco, por el mismo Papa y sus cruzados e inquisidores. Con la cruz buena de la moneda justificarán siempre la cara dura del mal. Y la realidad es que sólo asumiendo que somos malos podemos serlo menos, quizá mejores y, quién sabe, algún día, con un poco de suerte, hasta buenos.
Sarah Palin será capaz de impedir la III Guerra Mundial, pero no que su hija menor de edad se quede embarazada.
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