lunes, 6 de octubre de 2008

Quinto centenario del Amadís de Gaula

Como Endriago, estoy de enhorabuena, porque en este año se celebra el quinto centenario de la edición del Amadís de Gaula (1508) donde yo salgo y hago un papel modestito y poco lucido, porque Amadís me mata.

Ya he dicho que soy la representación de todo lo desmesurado y ambicioso, lo que podríamos llamar con el nombre de otro monstruo menos guapo que yo, la Quimera.

Los demás me ven como feo y deforme y lleno de conchas, pero yo me veo muy hermoso y sin parangón en el mundo: Endriago sólo hay uno, que soy yo, y aunque suene un poco gilipollas, desechad las imitaciones.

Amadís es solamente una ficción. Yo soy inmortal. El pobre imbécil que me escribe insiste en matarme continuamente, pero nunca lo logrará; con esta ya van quinientas dieciséis lanzadas y todavía continúo vivito y coleando, para su desesperación. Ni siquiera podría conmigo un capitán Acab que desde el fondo del infierno me clavara "'¡el arpón!"; ese sí que era un monstruo; seguramente comenzó la novela siendo un ángel, encarnación del bien, pero fue transformándose en ángel vengador y terminó siendo un ángel caído. Inversamente, al principio de la novela Moby Dick, la ballena blanca, era un monstruo que personificaba el mal, pero al final de la misma sólo personificaba al bien, o a la justicia poética, si prefieren.

Así que, escriba, cuidadito conmigo, y las banderillas a los toros. O te pasará lo que al capitán Acab, que se acabó antes de tiempo.

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