Todo el mundo se envanece con que sabe citar el Quijote; y la cita más citada del Quijote, asómbrense, de la que más se ufanan, es la del comienzo (que ni siquiera es el comienzo, porque se saltan el prólogo, lo que ya es mal precedente para la aventura que sigue... Se ve que citar más allá es más dificultoso y para ese viaje hacen falta alforjas): "En un lugar de la Mancha...". El verdadero comienzo del Quijote es el del prólogo de uno de los personajes de la obra, el propio Cervantes: "Desocupado lector...". Pero para callar a esos pedantes basta con preguntarles el final, que se quedan mudos como una tumba, como la tumba de Don Quijote:
" Y con esto cumplirás con tu cristiana profesión, aconsejando bien a quien mal te quiere, y yo quedaré satisfecho y ufano de haber sido el primero que gozó el fruto de sus escritos enteramente, como deseaba, pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que por las de mi verdadero don Quijote, van ya tropezando, y han de caer del todo, sin duda alguna.» Vale."
Me acuerdo de cuando hacía los cursos de doctorado. Comentábamos un poema de Guillermo Carnero; a la legua se veía que aludía al pasaje quijotesco de Las Cortes de la Muerte, en que Cervantes se burla del teatro de Lope de Vega, y además con mucha gracia, en la persona de unos cómicos de la legua que van vestidos para la escena de pueblo a pueblo vecino ya que es corta la distancia. Como "a la legua" se veía la alusión intertextual, yo ni mencioné esta palmaria referencia e insistí especialmente en una alusión interdiscursiva referente a la película de Bergman El séptimo sello, una de mis favoritas, con lo que los pedantes envidiosos de turno -lo veía, lo adivinaba, se notaba, se les podía leer en la mente- ya pensaban que no me había leído el Quijote. Ese es el daño que la cultura vulgar puede hacer, el daño de los que solo leen un libro y piensan que no hay otros fuera de él. De la misma manera a Cervantes le han motejado de enano mental al lado de su obra, y cualquiera que la lea y vea no sólo esa, sino las Novelas ejemplares, su Teatro y el Persiles, sabrá de sobra que era un genio aquí y en todas partes, pero en La Mancha le tendrán solo por un imbécil que enloqueció leyendo muchos libros y no solo uno. Es el que se lee aquí en la Mancha: el Quijote; qué pobreza de miras; ni siquiera se lee o se edita a su contemporáneo Bernardo de Balbuena, más manchego que él, porque era de Valdepeñas, el cual compuso una gran novela de caballerías en verso, el Bernardo del Carpio o La victoria de Roncesvalles, muy leída en el XVII, XVIII y XIX y que sólo en el inculto siglo XX se ignora olímpicamente y ni siquiera se imprime o estudia; eso sí, editan ahora y en el periódico lo pone perfectas insignificancias como la Crónica de Ciudad Real de José de Hosta, y además en edición facsímil; no se atreverían a hacer una edición crítica del Bernardo, los muy paletazos, ni mucho menos a pedirle a gente competente que la haga, los muy engreídos.
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