viernes, 27 de marzo de 2009

Sobre esto y aquello y mi ordenata

Ha cogido una infección extrañísima y no puede conectarse a Internet, fuera de que sufre otros extraños síntomas y mareos; y eso que lo tengo con cortafuegos y está vacunado con un Panda actualizadísimo y el Spybot. Uno está tan unido a él que es como si sufriera una infección urinaria o una silicosis: es algo que te deja postrado y de mala uva. El ordenador es como la mascota de uno, su animal doméstico, la lata donde envasas tu pensamiento, tus palabras, tu cerebro. De todas formas hay una buena noticia: he conseguido recuperar mi trabajo perdido este verano gracias a un informático que me deshizo el bucle del archivo Word donde andaba guardado, así que la edición de mi tesis está casi acabada y le daré mulé en las vacas de Semana Santa, si Dios quiere y Buda lo permite. Mi salud, cada vez peor, sin embargo; la depresión me tiene el alma tirada por los suelos, literalmente: gracias a un leve repunte de energía pude encontrar el ánimo suficiente para afrontar el problema del bucle y solucionarlo, pero he vuelto a ser arrastrado por el maëlstrom; Raúl Morodo me invita a comer; iré, pues no hay que decirle que no a hombre tan respetable, compañero del inolvidéibol Tierno Galván en la aventura del PSP y que acaba de publicar el primer volumen de sus memorias; me dice que está redactando el segundo; voy a leérmelas; desde luego, si están tan bien escritas como las de Tierno, disfrutaré como enano bilbilitano. Me escribe también Jorge Luján, que va a venir de Guatemala y estará con su hijo el arqueólogo en la lejana y sola Córdoba; le tengo que contestar también. Sólo para despachar mi correspondencia tendría que pasarme media mañana, se me hace un Everest. Estoy muy cansado; dicen que los latidos del corazón siguen un patrón matemático fractal; pues el mío debe ser apoplético y fatal. Y lo que más me cansa es dar clase: la batalla continua contra los niñatos y niñatas revientaclases me tiene derrengado. Debería sustituirme alquien más motivado, con más energía y entusiasmo, porque mis pilas están ya en horas bajas. Si fuera un director de orquesta, usaría la batuta como mondadientes. Con gusto cambiaría esta profesión por otra más tranquila, aunque cobrase menos, si no fuera porque tengo que pagar las putas cuentas que tantas patadas dan a los cojones del alma, que decía Miguel Hernández. Por otra parte me van a editar un volumen con el teatro de Félix Mejía. Pues vale, pues bueno, pues me alegro. Podría editar otros diez como ese y sobre temas diferentes, lo único que necesitaría sería dejar de dar puñeteras clases. Porque ya hasta estoy perdiendo las ganas de escribir, y eso en alguien como yo es como la muerte, porque nunca pensé que me pasaría y me está pasando. ¿A alguien se le ocurriría que se le pasarían las ganas de respirar? Se supone que es algo que tiene que venir de fuera, no de dentro. Supongo que es por el trastorno de hormonas que provoca la primavera; por estas fechas aumentan los suicidios y los follones violentos, a causa de la entrada de la primavera. Lo mismo ocurre con la entrada del otoño. Al hijo de Silvia Plath le ha pasado, por ejemplo. A mí no, claro está. Me gusta llevar la contraria a las hormonas.

1 comentario:

  1. Bien por el desenbuclador

    Uno que aspira a leer las andanzas de Mejía, aunque sea en formato reducido, se alegra enormente de que hayas encontrado el desebuclador que ha desenbuclado el malhadado bucle y que, en breve, puedas dar al tipo tu tesis.

    Respecto al desexorcizador que desexorcice tus males, espero cita. A mi me sobra alegría de vivir (encuentro flores en el fango), razón por la cual soporto grandes envidias y ataques que desean sumirme en la depresión, donde creo que estuve y donde no pienso regresar.

    En algún momento, quizá alucinando, yo también me atrevo a pensar en mandar a pastar a los secuaces del error, a alumnos y dirigentes, para dar al tipo algo que, seguramente, no querrá publicar. Sabiendo tu campo de estudio, en ocasiones te sumo al proyecto, disculpa mi osadía o ingenuidad. Pero también sé que no perderás el tiempo hasta que me movilice y ese extremo, por mi propia debilidad, aún no se cumple. Por tanto, para seguir soñando, te ruego que protejas tu integridad y tu salud mental y física, pues, conmigo o sin mi, tu tiempo llegará y de la misma forma que que has recuperado lo que creías perdido, encontrarás lo que buscas. Un grial que está más cerca de lo que crees, por mucho que haya momentos en que pienses que está lejos.

    Vaya pontifical me ha salido.

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