martes, 1 de septiembre de 2009
Comienzo de curso
Advienen, eminen, penden y se me sobreponen los exámenes de septiembre, amenazantes. Voy al instituto, a pesar de que mis exámenes son mañana, para creerme que ya no estoy de vacaciones, para ir cambiando el chip, aunque vaya vacaciones las mías, porque no he parado de trabajar, el primer mes corrigiendo un libro que aparecerá el año que viene, y ese segundo investigando y reformando otro. Veo a la gente y no me siento deprimido ante lo que empieza; algo es algo; este año me voy a tomar las cosas con más optimismo. En mi taquilla, dos recibos de Selectividad de la Universidad. En uno pone lo que he cobrado por corregir; en otro, la media de calificación de los exámenes. Debo ser un profesor benigno, porque la media de calificación de todos los profesores ha sido de 6,27 y la mía, por el contrario, de 7'46. Me sorprende mi regularidad; en un año saqué 7'27 y en otro 7'35. ¿Será por mi método de corrección, que tiene en cuenta la distorsión estadística del efecto halo? La tendencia es al alza, sin embargo. De 72 exámenes he puesto dos 10, dos 9'75, cinco 9'5, tres 9'25 y cuatro 9; lo más bajo que he puesto ha sido un 3, en solo un examen, dos 3'5, un 4, un 4'5, cuatro 4'75 y un 5.
No, no soy un profesor hueso o duro. Asusto mucho al principio, por mi manera de ser, la seriedad que aparento y mi cara de mala uva, pero luego ven que se puede aprobar conmigo siempre que se ejerza un trabajo honesto.
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