Hay un gran traductor trilingüe, el sevillano decimonónico Tomás José González Carvajal, cuya poesía, muy influida por fray Luis, ha pasado casi desapercibida. Son magníficos sus poemas religiosos y sus traducciones de poesía bíblica, en especial los Salmos y las palabras dirigidas por Dios a los hombres. Pero también era un magistrado con bastante sentido del humor. Estos poemas que copio dan fe de ello. El primero es porque un tal Rubianes le quitó el puesto por liberal.
EN EL AÑO DE 23, CUANDO LA SEPARACIÓN DE LOS CONSEJEROS DE ESTADO.
Por ajenas locuras
me veo en este campo retirado.
Mis propias desventuras
me dan algún cuidado,
¡si vendrán sin haberlas yo buscado!
El triste pensamiento
entretener y distraer procuro,
poniendo mi cuidado
en el deleite puro
de no envidiar y de vivir oscuro.
Yo, con mi manta al hombro,
recorriendo la aldea entre gañanes,
del mundo no me asombro
ni envidio sus afanes,
pero al señor sí envidio de Rubianes.
Y, en entrando esta idea
en la imaginación acalorada,
ya se acabó la aldea,
ya no hay manta terciada,
ya no hay filosofía, ya no hay nada.
Que la "excelencia" mía,
sin que mi corazón culpa me arguya,
vuelva a ser "señoría"
y él se guarde la suya,
aunque la otra, prestada, restituya.
¿Quién, ya que no me diera
"excelencia" cabal propia y nativa,
me diese la carrera
en que está siempre viva
la renta, y la "excelencia" es colativa?
Que, aunque de tratamientos
no se cuidara mucho el que los vea
repartidos a cientos,
cuando no hay asamblea
en que alguna excelencia no se vea,
empero, la pitanza
cuando llega a faltar o se enflaquece,
lo padece la panza
y esto es lo que me escuece
y lo que me conturba y estremece.
¿A qué es buen cocinero
donde no hay que guisar? ¿A qué es nobleza
donde falta dinero?
¡Aprecie él su grandeza,
que lo que yo le envidio es la riqueza!
Envidio en ocasiones
el licor que se cría en rancias duelas
y los ricos jamones
que vienen de Caldelas
y el sabroso salmón y las truchuelas.
Y si me falta el coche,
¿qué será ya de mí, que andar no puedo
de día ni de noche?
O estarme en casa quedo,
o un callo que me mate en cada dedo.
Yo sé que el de Rubianes,
si en Sevilla fue a pie, fue porque quiso,
y sé que hubo galanes
que a pie hicieron más viso,
mas yo soy viejo ya para Narciso.
¿Y mi casa amueblada?
¿Y mis libros, que son toda mi herencia?
¿Y la hacienda gastada
sin lujo ni opulencia?
Mas me duele esto, más, que la "excelencia".
Por fin el de Rubianes
tiene estados donde ir que le den oro,
que ya sus ganapanes
le pagarán el foro,
y vivir podrá en paz y con decoro.
Mas a mí ¿qué me queda?
Años, cuidados, deudas y pesares,
poquísima moneda
que hay por estos lugares,
y no volver a ver mis propios lares.
Pero me queda un alma
acostumbrada a resistir tormentos
sin sosiego ni calma,
y a equilibrar sus cuentas
con las necesidades y las rentas .
No ha de ser tan avara
la suerte. Si lo que antes yo tenía
al menos me dejara,
ya yo me compondría
fuese con "excelencia" o con "usía".
No porque tenga en poco
la "excelencia" de todos tan preciada,
que sería ser loco;
sino porque es soñada.
cuando se funda la "excelencia" en nada.
Con esto me sosiego
y vuelvo a ver si ya la sopa mía
hirviendo está en el fuego,
y la filosofía
me vuelve a dar su calma y su alegría.
CONTRA LA PEDANTERÍA DE ALGUNOS LITERATOS ROMANCISTAS.
Soneto.
¿Quieres medrar? Aplícate a la historia:
déjate de latinos y de griegos:
Escritos busca de escritores legos:
Llénate de sus citas la memoria.
Danos de antigüedad en pepitoria
túrdulos, turdetanos y gallegos:.
roba un archivo: copia cuatro pliegos;
y gana prez y fama y lustre y gloria.
No se te olvide de Boscán o el Dante
algún retal, que parlando infieras,
si damas hay o clérigos delante.
Y pretende, seguro cuanto quieras
de conseguir, si sabes ser pedante,
que es la mejor de todas las carreras.
CUANDO SE COMENZARON A USAR LOS PANTALONES.
Tiene Beltrán Claquín unos calzones
con que se cubre desde los sobacos
pecho, cintura, vientre y muslos flacos,
hasta las pantorrillas y talones.
¿Quién podrá concertar las opiniones
de tanta variedad de currutacos,
unos de grande talla, otros retacos,
unos de largo pelo, otros pelones?
Cada uno según su cuerpo y talle
dar la ley quiere en gala y en arreo
a los demás, con tal que no se halle
en casa, en la tertulia, en el paseo,
en el café, en la iglesia, ni en la calle
quien vaya más ridículo y más feo.
SONETO.
Voy a hacer un soneto porque ahora
de sonetos está la Musa mía,
que hay quien muda dictamen cada día
y mi musa lo muda cada hora.
No es mucho ser mudable, si еs señora;
y yo, que le conozco la manía,
temo, si me descuido, que se ría
de mí, porque es un tanto burladora;
Pues que, si rematado aquel cuarteto,
se le antoja una décima u octava,
no hay que acordarse más de tal soneto.
Mas, loado sea Dios, que ya se acaba
en añadiendo al último terceto
este verso, no más, que le faltaba.
Se me nubla la vista
ResponderEliminarcuando veo quien se cruza
en el trayecto de la centuria,
mientras estragando,
hago ascos al destino
para ver si hay cura.
Pero el tiempo me desbroza,
quema mis antiguas naves
y me agarrota.
Él repite la canción de viejo,
el incomparable silbido que resuena alto y claro, mas quebrado,
no sea que el amor quiera entenderme.