martes, 10 de noviembre de 2009

Un incorregible trata de corregir

Corregir exámenes me pone heideggeriano, existencial, de mala leche, hablando en plata. El ser son los exámenes, la nada soy yo, y el tiempo me angustia con su estrechez de centro de reloj de arena. Todo yo no me concibo sino a, ante, bajo, cabe, con, desde, hasta, hacia, para, según, sin, so sobre, tras los exámenes. Doy vueltas en torno al montón como un ratón ante el queso de la ratonera o un oso en torno a una colmena, o comoVladimir o Estragón esperando a Godot: no me muevo. Pero hay que empezar, y empezaré... mañana. "Hoy no se fía, mañana sí". Empieza de una vez, cojones... Es que eso de bajar al Infierno de Dante, y luego al Purgatorio... Y sin Virgilio que te guíe. Y sin Beatriz que te ilumine. Los políticos lo tienen mejor, sólo tienen que desayunar un sapo todos los días. Además necesito un boli rojo, y no sé dónde está, ni dónde lo puse por última vez, y ni siquiera si tengo uno o lo he comprado. Si me siento prefiero estar de pie. Si estoy de pie me largo. Espera... Primero voy a por un vaso de agua... Jolines, comienza de una vez ¿no tenía que arreglar el armario? ¿No tenía que escribir una carta? ¿No...? ¡Corrige, hombre! No seas tan duro, hombre, esto requiere su tiempo, su preparación, su calculadora, su reparto de puntos... y tengo que comprar el boli rojo; hay tiempo todavía. ¡Esta noche empiezo!

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