“Necrología”, en Boletín de Medicina, Cirujía y Farmacia núm. 122 (29 de septiembre de 1836), p. 467-468:
“Tenemos el disgusto de anunciar á nuestros lectores la sensible y lamentable pérdida de nuestro amigo y corresponsal el doctor don Ramón Trujillo, por su muerte acaecida en 10 de agosto último á las cinco de la mañana.
Este célebre profesor nació en la Calzada de Calatrava, y concluida su primera educación se trasladó á esta Corte en donde después de concluida la filosofía, emprendió la carrera de teología, ganando dos cursos de esta facultad en el colegio de Santo Tomás: disgustado después de esta carrera, y mas inclinado á las ciencias exactas y positivas, emprendió la de Cirujía en el colegio de San Carlos en donde desde luego logró la censura de sobresaliente, y obtuvo una de las plazas de colegial interno de dicho establecimiento.
Graduado de licenciado y después de doctor en Cirujía-Médica cursó los dos años de clínica interna en el célebre estudio de esta Corte, y obtuvo en consecuencia el título de médico.
A los dos meses ganó por oposición una plaza de médico de los hospitales General y Pasión de esta Corte , y poco después obtuvo la de médico de extranjeros de los mismos hospitales, previa nueva oposición y examen en los idiomas alemán, francés é italiano.
Una de las virtudes que mas han brillado en este ilustre profesor es el ardiente patriotismo con que siempre se distinguió, y que en 1810 le acarreó la persecución de los satélites del intruso José, que le encausaron, le hicieron sufrir cuatro meses de prisión, de la cual pudo escaparse, y abandonando su establecimienlo en esla Capital, emigró á los ejércitos que combatían por la causa nacional con el objeto de prestarles sus luces y cooperación.
Nombrado en ellos primer cirujano de la legión extranjera, y después médico de numero de los hospitales de campana, prestó los mayores servicios con aquella decisión y valentía que marcaba su carácter, hallándose en sitios, batallas y desastres de toda especie.
Libre Madrid de la dominación francesa, volvió el señor Trujillo á ocupar su plaza en el hospital general, y entonces se dedicó al estudio con nuevo ardor, publicando en castellano y con notas los tratados de Hernias y de heridas de cabeza del célebre Richter, y la Anatomía general aplicada á la fisiología y á la medicina de F. X. Bichat.
En 1815 fue nombrado catedrático supernumerario con el cargo de disector anatómico del colegio de Cirujía-Médica de San Carlos, cuyo cargo desempeñó con brillantez hasta que en 1818 ascendió á catedrático de número, explicando fisiología con tal éxito que se adquirió una bien merecida reputación. En virtud de esta y de su puro patriotismo mereció ser elegido diputado para las Cortes de 1822, con las cuales siguió al Gobierno á Andalucía.
Con este motivo perdió su cátedra en la reacción de 1823, y se vio precisado á vagar por el Reino, hasta que fijándose en la provincia de Extremadura, se dio muy pronto á conocer en ella por su ilustración y tino práctico.
Pero calmada la persecución que sufrieron todos los que se hallaban en su clase, volvió á Madrid en 1829 y halló en esta población la acogida que merecían sus talentos, sus virludes cívicas y su desgracia.
En 1831 fue agregado a los catedráticos del colegio con una honrosa comisión; y en 1833 fue nombrado bibliotecario del mismo colegio de San Carlos, hasta que progresando los principios liberales en el Gobierno que regia el Estado, le fue devuelta su cátedra con la antigüedad, sueldos y honores que le correspondían en 1.° de enero de este año, y fue declarado director del colegio en 14 de febrero del mismo [1836].
Al mismo tiempo que el Gobierno hacía esta justicia tantas veces reclamada por la opinión pública, la provincia de Madrid daba á este profesor pruebas de lo que apreciaba su patriotismo y sufrimientos, nombrandole diputado provincial.
En medio de tantas satisfacciones su salud decaia visiblemente, agotada ya por tantos sufrimientos y persecuciones; de modo que cuando hubiera podido gozar el premio de su constancia, de su laboriosa carrera y de sus servicios de toda especie, murió víctima de tantas y tan encontradas emociones.
La patria ha perdido en él una de sus mas firmes columnas, y la profesión uno de sus mas bellos ornamentos; pero su memoria queda agradablemente impresa en el corazón de sus compatriotas, comprofesores y discípulos, y la posteridad hará justicia á su relevante mérito. L[os]. R[edactores]
No hay comentarios:
Publicar un comentario