domingo, 9 de enero de 2011

La historia y la crisis


Leído por ahí; lo dicen ahora, que antes no, porque no les convenía; y no les convenía por puro nihilismo; ahora les conviene y lo dicen:

"Las crisis sistémicas constituyen el efecto y no la causa de los cambios. El pánico de 1873, que coincidió con el estallido de una burbuja inmobiliaria en Austria, corazón del imperio centroeuropeo, marcó también el comienzo del declive del británico y el inicio de la hegemonía americana. Hubo un deslizamiento de poder hacia el otro lado del Atlántico. De la Depresión de 1929 se derivó el auge de los fascismos europeos, que desembocaría en la Segunda Guerra Mundial. Hoy el poder económico, y enseguida comprobaremos que el político también, se desplaza hacia los países asiáticos, en los que el capitalismo convive con formas de vida y organización social muy alejadas de los parámetros occidentales y de la democracia representativa. [...] La respuesta es sencilla: los culpables de la crisis son los reguladores que no regularon; los controladores que no controlaron; los bancos que se implicaron en aventuras financieras de alto riesgo para sus clientes mientras ellos se garantizaban sus comisiones; los especuladores que no encontraron freno de ningún género y... los gobernantes. La eclosión de las hipotecas subprime en Estados Unidos se derivó en parte de las políticas de la autoridad federal, lo mismo que la burbuja inmobiliaria española es también consecuencia de las decisiones de cientos de ayuntamientos de financiarse a través de recalificaciones de suelo, embarcándonos, bajo la dirección y el amparo de los Gobiernos centrales y autónomos, en un modelo de crecimiento basado en el ladrillo y la consiguiente destrucción de nuestras costas. Muchas comunidades autónomas y las Cajas de Ahorro dependientes de ellas acompañaron, cuando no impulsaron de manera directa, esas políticas. La inflación de activos inmobiliarios es responsable del endeudamiento de nuestras familias, pero también de la escasez de recursos con la que ahora cuentan los municipios para honrar sus compromisos de pago y mantener prestaciones sociales que no tienen cómo financiar. La caída del mercado inmobiliario, todavía no tan estruendosa como sería preciso, afecta ahora a la financiación de las haciendas municipales y a las políticas de abundancia irresponsable que muchas de ellas practicaron."

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