Sólo con enorme esfuerzo he podido definirme, levantarme y consistir hoy. Una sensación de inutilidad avasalladora me paralizaba. Pero he echado mano de la costumbre y de la inercia, que otras veces son tormento, y me he sobrepuesto a todo, con la inestimable ayuda de mis familiares directos, de la venlafaxina y de Dios, quien a veces me acompaña cuando estoy solo. Cuánto se añora la terminación y, al mismo tiempo, cuánto se teme. Y cuánto se teme, sobre todo, el dolor de los demás. Evitar el dolor de otros más que el propio es lo que hace soportable la vida trabajando, intentando poner vendas y curando heridas. Y mi trabajo es escribir, fabular, metaforizar, leer, investigar, enseñar. Demasiado para un yo tan escaso como el mío.
Lo mío fue peor
ResponderEliminarYo no he podido levantar la losa y ahora ando retortijeando y mascando la descomposición, más que física, que padezco. Supongo que mañana tomaré impulso, ahora intento arreglar un texto que sirva para la primera piedra de un Sísifo sin fuerzas.