Con desgana tomo el teclado para hablar no sé de qué... Han cambiado la interfaz del blog, y uno está ya hasta las narices de cambios que no mejoran nada. Eso de cambiar la facha, la presentación, la interfaz, el apocalíptico monstruo de las mil caras de facebook o lo que coño sea es tan moderno como porculizante. Lo de cambiar tiene un prestigio muy falso y marrado, porque muchas veces se muda lo bueno por lo malo o lo malo por lo peor, o lo peor por lo pésimo. De la sartén de Guatemala a las brasas de Guatepeor. Sucede como con las actualizaciones de los programas informáticos, que siempre sirven para actualizar los bolsones, no bolsillos, de Giligates y otros piojos cojoneros por el estilo. Sucede como con la habitual salmodia de precedentes que sirve para infatuar, que no autorizar, cualquier desaguisado político, porque siempre se emplean los precedentes para hacerlo mal y no para hacerlo bien. Todo eso tiene su retórica o toda esa retórica tiene su eso, que no su seso. Si Quevedo viviera hoy y volviera a escribir su Visita de los chistes, incorporaría a un personaje llamado El Cambio junto a otro llamado El tío Paco con las rebajas. No habría manera de hablar con El Cambio porque siempre estaría cambiando de opinión y, en cuanto al tío Paco, ese tío Miserias con cara de político tras las elecciones, mejor no hablar. Prefiero el Pupas.
Sé que muchos gustáis del vitriolo, pero a mí me aburre y su paladar me quema; me sobra vinagre para animar la ensalada más sosa, pero prefiero creer en algo, por tonto que sea, porque yo soy tonto. Y lo dejo aquí, que tengo que ir a examinar cabezas de jíbaro para ver si alguna ha crecido; seguro que sí, porque si las comparo con la mía, que encoge con tanto lavado de cerebro...
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