jueves, 25 de enero de 2007

Enseñar al que no sabe

Que ha dejado la enseñanza
de ser bienaventuranza

Que enseñar una materia
ni siquiera es cosa seria
más que para el profesor
que se marcha a su labor
como gorrino a matanza,
asqueado de la holganza
con que acogen su trabajo,
y del cruel desparpajo
con que vejan su querer
dar la cultura a saber;
sólo enseña el que se ensaña
en querer perder el juicio:
que el saber es solo un vicio
que conviene desterrar,
pues ya dejó la enseñanza
de ser bienaventuranza.
Y ahora sólo es mal modo
que excusa empinar el codo
por pagar una hipoteca
que deja la nómina seca,
y al pobre profe, ¡Jesús!
envuelto en el patatús
de escoger si es menos malo
este o esotro palo,
que ha dejado la enseñanza
de ser bienaventuranza.
Conque así pasa una vida
que muchos llaman perdida,
con una moral de Alcoyano,
luchando con el villano
ministerio de enseñanza,
con niñatos y ceporros
con críos de ¡vaya morros!
ya casi sin esperanza
pero aún con hidalguía:
que aún quedan todavía
buenos chicos, buenas chicas
que estudian sin ser quejicas
con entusiasmo y afán,
que también luchando van
contra huracán y marea,
haciendo buena tarea,
pues la virtud verdadera
en dar ejemplo consiste
y en alentar si estás triste
con la fe más tesonera.
Que dejado la enseñanza
de ser bienaventuranza.

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