sábado, 11 de agosto de 2007

Gilipolleces estivales

Lo más martirizante de unas vacaciones en verano es la cancamusa de tener que traerse souvenirs para uno mismo y el familión. Te mareas viendo zocos llenos de las últimas memeces cometidas por los artificieros de lo kitsch. Ahora molan las camisetas ocurrentes, los botijos con pitorro de Guardia civil que se sostienen por el tricornio, las pulseras imantadas, los exhibicionistas automáticos, los plumeros sodomitas (nunca mejor dicho lo de las plumas), llaveros, mecheros encriptados u ocultos y otras chocarrerías de no menor mal gusto. Una cosa sin embargo no me desagradaba: esas cascadas sin fin cuyo rumor de agua, sumamente relajante, se hace necesitar en un ambiente urbano como el que padecemos tan amenudamente.

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