sábado, 21 de junio de 2008
Conversación con Elena Cruz
Uno, por culpa indudable de su tremenda timidez, pero también del asesino y cainita recelo español, tiene pocos amigos, aunque hay pocas cosas que desee más, pero aquellos con los que cuenta merecen realmente la pena. Elena Cruz Arenas es un ejemplo; nos vemos poco, porque vive fuera de Ciudad Real, en Almagro, pero hay que ver lo que rinden y estimulan nuestras escasas conversaciones en todos los terrenos. Ella me da ideas y yo se las doy a ella. Sus opiniones sobre la ESO valen su peso en oro. Dice que es absurdo que un centro como es el de Bolaños donde imparte clases y donde se pretende reciclar papel se gaste tanto en hacer informes que nadie se va a leer y que no entienden los padres. Es una paradoja absurda; allí hay muchos alumnos de ESO cruzados de brazos hasta que la ley les deje ir a trabajar con sus padres, que es lo que desean; por eso hay tan pocos en cursos superiores. Además hay muchos de toda suerte de etnias extranjeras absolutamente discriminados, aunque ahí, como en mi propio instituto, la discriminación adopta una forma muy sutil: el emigrante hispanoamericano es sistemáticamente ignorado: es una cosa, no existe, es como un mueble, nadie se relaciona con ellos y por eso forman grupúsculos autónomos. ¿Cómo se van a integrar, pues? Y tiene toda la razón. Algunas clases en Bolaños son como la ONU, pero sin traducción simultánea, así que el lío es de suponer, máxime tratándose de chicos pequeños. Como es lógico, los inspectores huyen sutilmente de implicarse en problemas como estos que ellos mismos han creado y que no tienen solución, porque ellos mismos son el problema.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario