Este es para mí el epigrama más bello de Marcial, habiendo tantos, y no precisamente de los satíricos. El arte de este epigrama, y la abeja encerrada en su momento de amortalidad, es comparable al Sabio de Rembrandt desmaterializado tras su ventana y envuelto en la luz ámbar de su habitación caldeada por el fuego. El poeta ve encerrada en un trozo de ámbar a una abeja y le suscita este pensamiento:
Et latet et lucet Phaethontide condita gutta,
ut uideatur apis nectare clusa suo.
Dignum tantorum pretium tulit illa laborum:
credibile est ipsam sic uoluisse mori.
Oculta brilla la Faetóntida en gota escondida
de forma que parece abeja inmersa en su miel.
Halló la recompensa merecida a tantos trabajos:
se puede creer que así ella misma quiso morir.
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