sábado, 25 de octubre de 2008

La gentileza de los desconocidos


Blanche Dubois, la protagonista de Un tranvía llamado deseo, famosa obra de ese genial mariquita llamado Tenesse Williams, dice al médico poco antes de entrar en el hospital que ella siempre ha dependido de la gentileza de los desconocidos; y es verdad que muchas veces una persona está más segura en manos de desconocidos que en la de sus familiares, que los explotan, o los usan como si fuesen cosas, esparcen sobre ellos sus frustraciones y amarguras, los matan, les pegan o simplemente los abandonan. Hay un hermoso cuento de Antonio Muñoz Molina que tiene ese título; "La gentileza de los desconocidos"; allí se dice que "las personas que conocía se me volvieron extrañas. Tan sólo los desconocidos tienen piedad de mí". Almodóvar también recuerda la frase en una de sus películas, no recuerdo ahora cuál. Tanto Blanche como el protagonista del cuento de Muñoz Molina son víctimas de la misma metedura de pata como profesores: son personas que, huyendo de vicios mayores, caen en vicios menores que, sin embargo, la sociedad les castiga mucho más duramente según su punto de vista. Sin embargo hay un límite para todo, que impone la ética de la razón y de la bondad.

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