miércoles, 23 de septiembre de 2009

Con Joaquín, en la Poblachuela

Hace unos días me llamó Joaquín González Cuenca, que quiere que le busque unas cosillas para su tremendo estudio sobre el cervantista Nicolás Díaz de Benjumea. Fui a la finca que utiliza para trabajar, donde aposenta su enorme biblioteca especializada en medievalismo; le envidio esas magníficas estanterías más que los libros, de los cuales ya estoy harto; pregunté por su famosa colección de barajas y me las enseñó; debería donarlas a un museo etnográfico, a condición de que éste las exhibiera como merecen; creo que hay un museo de barajas en Vitoria, la sede de Fourier; tal vez allí; él estima la posibilidad, porque se va a jubilar el año que viene; también tiene que deshacerse de sus libros, purgar la biblioteca. Goza de una envidiable salud, a pesar de lo mucho que fuma; me acuerdo de su forma de degollar colillas tirándolas al suelo con tal fuerza que hacía saltar chispas de brasa. Vegetariano como es, durará aún muchos años, y le digo que debe tener los genes antinicotina de los que hablan. Se queja de que todos sus amigos se le están muriendo, se está quedando solo, y lo compruebo, pues ayer mismo me enteré del óbito del pobre medievalista inglés Alan Deyermond quien, a juzgar por la entrevista que he transcrito, debía ser hombre por extremo simpático, por el estilo de mi admirada doña Hortensia. Joaquín desea marcharse al sur de Francia, a Italia o a Portugal; yo le sugiero Valencia, las Canarias o Marruecos. Parece que al fin se irá a Portugal. Está hasta los mismísimos de España. También se queja de la falta de agua que padece la Poblachuela, que le impide regar debidamente las hortalizas que él mismo se cocina; por lo menos sus árboles gozan de buena salud. No le he preguntado por sus gallinas, aunque mucho me temo (no oí ningún cacareo) que no habrán podido soportar el calor del verano. Me habla de su hija, quien, tras su paso por un banco, ha descubierto al fin el encanto de trabajar en la enseñanza secundaria y se está preparando las oposiciones de inglés en Andalucía. Me cuenta también otros chismes que no son para decir aquí; le actualizo los programas de su Windows Vista e instalo un antivirus, y me lleva a casa en su coche.

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