El género humano no creerá nunca no saber nada, no ser nada, no poder llegar a alcanzar nada. Ningún filósofo que enseñase una de estas tres cosas habría fortuna ni haría secta, especialmente entre el pueblo, porque, fuera de que todas estas tres cosas son poco a propósito para quien quiera vivir, las dos primeras ofenden la soberbia de los hombres, la tercera, aunque después de las otras, requiere coraje y fortaleza de ánimo para ser creída.
("Il genere umano non crederà mai né di non saper nulla, né di non essere nulla, né di non aver nulla a sperare. Nessun filosofo che insegnasse l'una di queste tre cose, avrebbe fortuna ne farebbe setta, specialmente nel popolo: perché, oltre che tutte tre sono poco a proposito di chi vuol vivere, le due prime offendono la superbia degli uomini, la terza, anzi ancora le altre due, vogliono coraggio e fortezza d'animo a essere credute", Diálogo entre Tristán y un amigo)
¿Dios está ahí?
ResponderEliminarAquello de Leopardi sólo podría proceder de la boca de Dios, de otro ser que pudiera observarnos desde el exterior de lo humano, o desde un humano que se haya cosificado.
Pessoa dijo al respecto en el inicio del estanco:
"No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Esto aparte, tengo en mí todos los sueños".
El círculo lo cierra Antonio Machado que asegura en su miscelánea apócrifa publicada en Hora de España el día de san valentín de 1938.
"...ni el provenir está escrito en ninguna parte, ni el pasado tampoco. Y no digo esto para que os burléis de los historiadores, que siempre merecerán nuestro respeto, sino para que seáis más indulgentes con sus errores. Tampoco habréis de pitorrearos de los profetas; porque la pretensión de ver lo futuro no es mucho más usuraria que la jactancia de conocer lo pasado, en la cual todos hemos alguna vez incurrido.
Me diréis, que de lo pasado, siempre podremos afirmar algo con relativa seguridad, y que el hecho de que Bruto matase a César parece cosa bastante firme y averiguada, que lo sería el hecho contrario, a saber: el que César hubiera podido matar a Bruto. En eso tenéis razón. Pero ¡qué poca cosa es saber que Bruto mató a César! Por qué, cuándo, cómo -exactamente- y aún las circunstancias más nimias que concurrieron en aquel magnicidio, son cosas que estaremos averiguando hasta el final de los siglos."
La cuestión parece estar en que en el cuadrilátero del conocimiento hay un púgil en cada rincón dispuesto a vencernos. El de calzón oscuro nos contrae hasta la autodestrucción, léase suicidio, y el del claro nos expande hacia el éter, léase edén. Mi elección es clara, mas cuán difícil se hace creer en Dios.
¿Cuánto falta para que una inmensa mayoría de la humanidad crea en los alienígenas, como ahora creen en los distintos dioses? Parece que el caso es buscar a quien, desde el exterior, nos pueden salvar.