domingo, 24 de enero de 2010
Almodóvar o el narcisismo.
Hay quien dice por ahí que Almodólar no es manchego; yo creo que lo es demasiado, hasta la médula, hasta su corazón, que de tan amarillo es amarillista y de queso curado con agujeros. El prototipo del manchego no es, como pudiera parecer, don Quijote, ni Sancho Panza, estereotipos universales; lo es un personaje secundario al que no han levantado, lógicamente, ningún monumento en una plaza pública: lo es el bachiller Sansón Carrasco, gilipollas donde los haya. El bachiller Sansón Carrasco imita la apariencia de lo otro, pero dentro no tiene nada, está hueco, con un vacío que traga todo lo bueno que podría ofrecer y que sólo deja inquina a lo diferente; por supuesto, gana todas las batallas aunque esté muerto, como el Cid; pero su energía de conejito de duracell la saca de ese agujero negro: le humilla el éxito de los demás, se cree en posesión de la verdad suprema y vive sólo para arrojar de su caballo a cualquier San Pablo redentor que afirme que lo bueno es posible y puede escapar de su tremendo poder de succión; al contrario que Don Quijote es un narcisista negativo, incapaz de alabar a nadie. Nunca he oído a Almodólar alabar la película de otro ni de nadie; siempre todo gira en torno a él, que es pura mismidad y singularidad, que es dos veces él o más, un ser redundante, encantado de serse, maravillado de estarse y de parecerse, de haberse conocido y reconocido y autolamido las vergüenzas con gusto de político que se relame las prebendas, y que odia no haber sido reconocido donde se nació y se autoengendró a sí mismo; eso, al margen de que me guste su cine, que me gusta y que aprecio; sin embargo, víctima del divismo, y de su consciente refactura (porque es verdad que el inimitable imita) a lo artístico del cine de Eloy de la Iglesia, lo veo incapaz de salir de sí el tiempo suficiente como para elogiar el cine de otro. ¿Dónde están sus declaraciones en ese sentido? ¿Es capaz de escribir algo que no suene a Almodóvar? ¿Dónde están, por ejemplo, sus elogios a Celda 211? Pero es así; supongo que los grandes cineastas no tienen por qué ser grandes personas, ni mucho menos generosos. Marginado que fue, se sigue creando su propio si mismo a fuerza de automarginación porque vive de ella, le sirve para amurallarse y tapizarse y no confundirse con el hostil campo abierto, para sutosobrevivirse y autocanibalizarse; quizá piense que es una forma de rehusar el clasismo de la sociedad española, pero la suprema encarnación de modestia que supone el yo es otro de Rimbaud exige que se vuelva menos marca Almodóvar y más humano y anónimo, y que evolucione, como las amebas; trabajo le costará, porque ya le queda poco tiempo.
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O el cura
ResponderEliminarAsimismo podría ser Pero Pérez, porque de Almodólar tambíen podremos decir que «era un gran tracista».
Sus primeros films, a dessus de la melé de la movida, eran frescos, hasta cierto punto graciosos, pero desde que intentó hacer buenos planos, a dessus de la melé de la intelectualidad orgánica progre, perdió el norte.
Pero, si fuera como el cura cervantino esto no sería cierto, porque el norte de Pérez siempre fue el control social y el de nuestro manchego, ya por desgracia universal, parece ser hacerse eterno, alimentar su ego y tener dinero, poder y todo lo va anejo a ser uno de los elegidos. Y en esta coyuntura, también dicen que Pe es buena actriz. ¿Será posible que se cofunda ambición y necesidad hechos éxito, con mesura y vocación exitosa?
Al cine de Alomodólar le falta ritmo, ha sido incapaz, desde Mujeres, de hacer un largo sin bajones, que mantenga la historia sin que pienses que ves cine ¿se inspiró en Wilder o tal vez en el Hawks de la fiera de mi niña para mantener la tensión al borde de un ataque de nervios?