martes, 19 de enero de 2010

Cartas desde mi celda

He releído las Cartas desde mi celda de Bécquer; resulta curioso, algunas cosas las había olvidado por completo. El que yo soy ahora resulta ser un marciano comparado con el que era de joven, no digamos con el que de niño. No me reconozco casi, pero hay anotaciones a lápiz de un joven desorientado que, por lo visto, era yo. Ahora lo que subrayo son otro tipo de cosas, y con otro fin. Por ejemplo:

He aquí hoy por hoy todo lo que ambiciono: ser un comparsa en la inmensa comedia de la humanidad, y concluido mi papel de hacer bulto, meterme entre bastidores, sin que me silben ni me aplaudan, sin que nadie se aperciba siquiera de mi salida.

Fuera de los precedentes cancioneriles y barrocos, uno recuerda el paralelo "envejecer, morir, es el argumento de la obra" de Gil de Biedma, de quien, al parecer, han exhumado los polvos pretéritos en celuloide actual. Hay una hermosa descripción de un cementerín rural, al que se compara con las grandotas e impersonales necrópolis de las ciudades donde suelen enterrar a la gente gorda; hay también una gran defensa del patrimonio artístico destrozado por las desamortizaciones y las reformas modernas, cuentos de brujas, costumbrismo, una fantasía fertilísima y la cálida voz de un estilo: en estas páginas se apercibe claramente qué clase de persona era Bécquer, y uno lo aprecia mucho más si cabe por eso, porque en su sinceridad y en su voz se deja ver un amigo.

1 comentario:

  1. No subrayo

    Siempre he tenido cierta reverencia hacia los libros, aunque al amontonarlos se desloman y ensucian, me gusta pensar en que pueden volver a ser leídos por cualquiera y prefiero no dejar muchas huellas. Algo letal cuando quieres reorganizar el bagaje, aunque muy útil si quieres recordar lo justo. Las pocas veces que lo he hecho, cuando me interesa el tema y quiero documentarme, no termino de saber porqué lo hice cuando regreso al texto y acabo leyendo la página entera o la anterior, sin atar cabos en demasiadas ocasiones. Fichas he hecho muy pocas. Al final he optado por señalar la página entera con un doblete en la esquina y tengo libros que los tienen a decenas, pero siempre en textos eruditos, ensayos y demás. En lo que es literatura creo que no lo haré nunca, es como conformarse con un sample teniendo a mano la canción. Qué bruto, así nunca llegará a nada. Y qué, diría, la parte chulesca de mi cabeza.

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