miércoles, 17 de febrero de 2010

Ángel terrible

Una baja por enfermedad me obliga a quedarme en casa ordenando mis ideas, si es que las tengo; en propiedad, desde luego que no (con perdón de la SGAE): todas se las he alquilado o se las debo a otros, incluso los sentimientos, que dicen son lo más específico que tenemos: el apego a un lugar, una infancia, una patria chica, un jardín, un sillón, unos fotogramas o como dice Rilke,


Nos queda quizás
algún árbol en la loma, al cual mirar todos los días;
nos queda la calle de ayer y la demorada lealtad
de una costumbre, a la que le gustamos, y permaneció,
y no se fue. Oh, y la noche, y la noche, cuando el viento
lleno de espacio cósmico nos roe la cara... (I Elegía de Duino)

Ese album de recortes que soy yo mismo es sólo un agregado de sueños irrecuperables que ya no existen; a veces un déjà vu me crea la ilusión de que pueden volver, pero no, no es así. Ya soy otro, y no puedo crearme otra inocencia, por más que J. R. J. piense que sí es posible, en su interminable strip-tease de insuperado mal gusto; a la mierda las cosas que sobre la belleza han dicho el Keats de la urna griega, la Dickinson metida en la propia urna de su casa y el de Moguer, enclaustrado feto muerto en su propio útero; todos, salvo quizás el primero, no van deprisa, porque sólo van a sí mismos; filfas. Hay que ir despacio, para gozar de la vida, pero a alguna parte, por más que sea a la Itaca de Kavafis. Uno no puede enterrar el denario al principio y desenterrarlo a la hora de la muerte para pagar a Caronte: seguro que la inflación ha subido los precios; hay que sacarle interés.

Mi médico, que es un santo, me reconviene amistosamente y bajo la cabeza contrito y avergonzado, aunque él me dice que la levante. (Yo) debo cuidarme (de mí); la mía famiglia me cuida desde hace años, Dios los bendiga, y debería quitarles tamaña responsabilidad, que me incumbe como sujeto de esos predicados. Lo siento por mis alumnos, aunque es muy posible que algunos, o muchos, no sientan nada o se alegren, porque les parezco antipático; para algunos, incluso psicopático, sociopático y demás; siempre se suele acusar a los demás de aquello de que tienes miedo de que te acusen a ti; yo no los acuso de nada, porque no juzgo a nadie ni me creo capacitado para juzgar, aunque lo haga constantemente, por higiene: si uno deja la mierda dentro se pudre, te infecta y te mueres. Uno no se cree tan insustituible ni es tan egomaniaco como para pensar que no le pueda sustituir cualquiera, mejor, igual o peor; el peor puede mejorar con la práctica, el mejor degradarse con la práctica, el igual seguir igual o no, pero sólo el insustituible será una lata, un plomo y un incordio que será un auténtico placer olvidar, precisamente porque quiere permanecer en el recuerdo.

Entre los alumnos hay algunos que parecen más cercanos que otros y a esos siempre los echaré de menos; me fijo en ellos cuando descubro una chispa de inteligencia, de sensibilidad, de humanidad, de nobleza o de bondad, y ya entonces se quedan en mi espíritu para siempre; son pocos, pero los hay, y si rezara serían para ellos mis rogativas y buenos deseos; César, que es un gran profe y una gran persona, me ha ofrecido alentar un grupo de alumnos escritores que se va a crear por la tarde; me gustaba ese proyecto, me apetecía, vaya si me apetecía, pero tengo que cuidarme de ese gordo patoso y desorejado que soy yo mismo.

Pienso que todo está conectado y que más pronto que tarde tendremos que justificar nuestras torpezas y nuestros aciertos, antes de no ser nada otra vez; que tenemos que juzgarnos y condenarnos sólo a nosotros mismos, aunque para ello tengamos que rebajarnos el sueldo y el crédito (el primer deber de un médico, como en Fresas salvajes, de Bergman, estaba escrito en la pizarra de forma indescifrable: pedir perdón); antes de ser no fuimos nada; después de ser lo volveremos a no ser; de este mundo sacarás / lo que metas, nada más. Los budistas afirman que somos un mero agregado de prejuicios que poco a poco se descompone hasta llegar a la nada; yo no pienso destejerme, sino sólo recuperar un poco la salud, la humanidad y el equilibrio que me falta.

2 comentarios:

  1. Sin embargo...

    Bien no nos sentiremos, disculpa el plural, insustituibles, Pero cómo sufrimos la responsabilidad de abandonar un proyecto en otras manos que, aunque lo pudieran hacer primorosamente,no serían las nuestras.

    Quiero decir que cuando adquieres un compromiso, cuando eliges la cruz que llevas sobre tu hombro, no admites ningún Simon como el de Cirene, personaje interesante donde los haya.

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  2. Don Ángel no piense que a todos los alumnos nos cae antipático, en mi opinión eres un buen profesor que tiene mucho conocimiento y ganas de compartirlo con aquel que quiera aprenderlo

    Espero que al menos tu baja la puedas aprovechar de la mejor y manera, y espero también que te recuperes pronto

    PS: Personalmente me ha encantado que haya subido nuestro soneto a su blog, muchas gracias

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