Barrymore, estamos rodeados. Por todas partes suenan los tambores de guerra. Pero no son indios comanches o apaches, indios de las praderas, sino cofradías de Santa María del Prado, que han trazado junto a mi casa el itinerario de sus ritos insufribles al gran Manitú; es más, tengo un tótem, la estatua de un encapuchado en la plaza frente a mi casa, a la que los guiris miran con arrobamiento, pensando quizá qué hace aquí una estatua consagrada al guirimago Merlín, en mano un cirio por mágica varita. El ruido es tan grande que no me dejan ver la tele. Bah.
A mi hija Paloma le encantan estas ceremonias; tengo por ahí un dibujo de cuando era más pequeña en que se ve a la Virgen en un paso, asomando por debajo los pies de los costaleros, esa que cuando pasa por mi casa le arrojan una lluvia de pétalos de rosa. Sin embargo su entusiasmo se enfrió notablemente cuando la expulsaron de la cofradía sólo por no tener del todo correcto el anagrama y un poco más pálido el color de la túnica; decían que para no pagar multas al consejo de cofradías y para guardar la clasificación de Semana Santa de primera de Ciudad Real. Véase hasta qué punto ha degenerado una exposición de piedad, que ya sólo es un reclamo turístico y una costumbre muerta, que sólo sirve para expulsar y desencantar a niños con fe pura de niño. Bah.
Yo soy cofrade del Silencio. Como tengo tanta costumbre de autoflagelarme, tenía que pertecer a alguna cofradía, y es la única a la que puede pertenecer un profe de lengua; pero no voy con los hermanos, porque la túnica me parece muy costosa y porque no creo demasiado en la verdadera función piadosa y de caridad que deberían tener estas instituciones más de lo que creo en la Masonería, donde también hay un hermano mayor o gran hermano que se encarga de impartir disciplina. Veo a muchos hermanos (de otras cofradías, claro está) que son unos auténticos hipócritas. Y Jesús dijo "hermanos, pero no primos". Bah.
Hay gente que hace las torrijas con vino, borrachas, pero yo las prefiero como las hace mi suegra, sin vino. Están deliciosas, divinas o, mejor habría que decir, sacras, sacrosas, sacarosas. Uno se come tantas que al final dice a su mujer: "Ya sé porque sólo se pueden comer torrijas en Semana Santa: porque luego hay que hacer penitencia y ayuno". Bah.
Asistí a un oficio de tinieblas con música de Tomás Luis de Victoria. Cantaba un coro de Daimiel en la Catedral. Encontré allí a gente magnífica y honesta: Félix, director del colegio de mis hijas, o Javier Vacas, a quien me hubiera gustado poder parecerme en algo y siempre es agradable ver y recordar. He de confesar que la música era buena y el trabajo de los singer tricotoso y excelente, pero no me conmovió tanto como La Pasión Según San Mateo, de Bach. Qué le voy a hacer, no me va el grande Tomás Luis de Victoria; prefiero algo más moderno, como un oratorio de Karl Jenkins. Por otra parte, no utilizaron carracas, ni bajaron el último cirio tras el altar, y pusieron una vela más de las que decía el ritual; eso sí, con diapositivas de pinturas barrocas sobre la Pasión. Pero nada, no me conmovía lo más mínimo, no le veía la sobriedad y el miedo reverente del ceremonial antiguo, fuera de que, en muchos momentos culminantes ,sonaba la musiquilla en todo profana de un móvil ignoto. Bah.
Las pelis de romanos... ya ni las ponen; eso sí, Pactar con el Diablo, Harry Potter y demás. En realidad se trata de otra fiesta nacional, o nacionera, que rinde más vulgar o vulgareño. Qué desangelada está la religio hoy, que se trata de pura Entzauberung. Bah.
A mi hija Paloma le encantan estas ceremonias; tengo por ahí un dibujo de cuando era más pequeña en que se ve a la Virgen en un paso, asomando por debajo los pies de los costaleros, esa que cuando pasa por mi casa le arrojan una lluvia de pétalos de rosa. Sin embargo su entusiasmo se enfrió notablemente cuando la expulsaron de la cofradía sólo por no tener del todo correcto el anagrama y un poco más pálido el color de la túnica; decían que para no pagar multas al consejo de cofradías y para guardar la clasificación de Semana Santa de primera de Ciudad Real. Véase hasta qué punto ha degenerado una exposición de piedad, que ya sólo es un reclamo turístico y una costumbre muerta, que sólo sirve para expulsar y desencantar a niños con fe pura de niño. Bah.
Yo soy cofrade del Silencio. Como tengo tanta costumbre de autoflagelarme, tenía que pertecer a alguna cofradía, y es la única a la que puede pertenecer un profe de lengua; pero no voy con los hermanos, porque la túnica me parece muy costosa y porque no creo demasiado en la verdadera función piadosa y de caridad que deberían tener estas instituciones más de lo que creo en la Masonería, donde también hay un hermano mayor o gran hermano que se encarga de impartir disciplina. Veo a muchos hermanos (de otras cofradías, claro está) que son unos auténticos hipócritas. Y Jesús dijo "hermanos, pero no primos". Bah.
Hay gente que hace las torrijas con vino, borrachas, pero yo las prefiero como las hace mi suegra, sin vino. Están deliciosas, divinas o, mejor habría que decir, sacras, sacrosas, sacarosas. Uno se come tantas que al final dice a su mujer: "Ya sé porque sólo se pueden comer torrijas en Semana Santa: porque luego hay que hacer penitencia y ayuno". Bah.
Asistí a un oficio de tinieblas con música de Tomás Luis de Victoria. Cantaba un coro de Daimiel en la Catedral. Encontré allí a gente magnífica y honesta: Félix, director del colegio de mis hijas, o Javier Vacas, a quien me hubiera gustado poder parecerme en algo y siempre es agradable ver y recordar. He de confesar que la música era buena y el trabajo de los singer tricotoso y excelente, pero no me conmovió tanto como La Pasión Según San Mateo, de Bach. Qué le voy a hacer, no me va el grande Tomás Luis de Victoria; prefiero algo más moderno, como un oratorio de Karl Jenkins. Por otra parte, no utilizaron carracas, ni bajaron el último cirio tras el altar, y pusieron una vela más de las que decía el ritual; eso sí, con diapositivas de pinturas barrocas sobre la Pasión. Pero nada, no me conmovía lo más mínimo, no le veía la sobriedad y el miedo reverente del ceremonial antiguo, fuera de que, en muchos momentos culminantes ,sonaba la musiquilla en todo profana de un móvil ignoto. Bah.
Las pelis de romanos... ya ni las ponen; eso sí, Pactar con el Diablo, Harry Potter y demás. En realidad se trata de otra fiesta nacional, o nacionera, que rinde más vulgar o vulgareño. Qué desangelada está la religio hoy, que se trata de pura Entzauberung. Bah.
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