Existen unos pocos hombres cuya genética les permite dormir nada más que tres horas al día; Edison era uno de ellos, Baltasar Garzón es otro. De ahí su tremenda capacidad de trabajo, que algunos confunden con ansia de protagonismo: es que es así, está en todo porque tiene tiempo para todo, algo insólito en un juez español, que es como decir vago-pilatos-gallego. Es cierto que se dejó tentar por la serpiente de la política, pero eso incluso me lo hace más simpático, porque tan pronto como comió del fruto y vio sus vergüenzas al aire lo dejó. Sólo tengo algo que decir al respecto, y es lo mismo que dijo el anarquista/ecologista norteamericano del XIX Henry David Thoreau -el que se cita en El club de los poetas muertos- en su Ensayo sobre la desobediencia civil: "Lo deseable no es cultivar el respeto por la ley, sino por la justicia" y que "en un estado injusto, el único lugar donde un hombre libre puede permanecer con honor es la cárcel". Si un sistema no tiene errores, es porque el error es el sistema. Un ejemplo: tenemos un defensor del pueblo, pero este no puede realizar investigaciones ni proponer o ejecutar soluciones efectivas, lo único que puede hacer es soltar un discursito con toda la bazofia administrativa que ha reunido, un discursito al que nadie acude, que no se lee y al que no se hace tampoco ningún caso. Eso sí: cada año que pasa aumenta geométricamente la bazofia administrativa.
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