lunes, 7 de marzo de 2011

Energía

Gasolina más cara. Me afecta poco: mi coche es híbrido y de segunda mano (una rareza, quizá), y no lo uso sino por excepción; la experiencia me enseña que sólo puedo ir a mí mismo (y a los que me rodean) y no más lejos. Pero sí me incordia que suba el precio de todo lo que transporta la gasolina, los alimentos, los libros...; y también que se vuelva plaga de langosta humana en Libia una revuelta democrática; bien sabemos qué son esas zapatiestas civiles. Sube la gasolina y baja la velocidad a 110... Síndrome de abstinencia. Poco va de gasolina a cocaína, y tan difícil es abandonar la una como la otra. ¿Tan discutible es un gesto de sensatez y cordura? ¿Hay que hacerlo todo deprisa, mal y gastando más de lo debido? ¿Vamos como si fuéramos a Urgencias? ¿Vamos más rápido a una parte que no sea a perder derechos, dinero y vergüenza? Es la fachada informativa que tapa, apresuradamente, la verdadera noticia: la miseria de credibilidad de políticos, banqueros y periodistas, en suma sinvergüenzas, que se alimentan su miseria moral con nuestra propia miseria material. Es esta coalición lo que pone en un brete al pueblo trabajador, al cual no pertenecen, por más que lo canten todos los días tras vender su primogenitura por un plato de arvejas, forraje de su servidumbre al abstracto demonio que nos jode. Y Alonso, que tanto sabe sobre coches, ha demostrado ser un pijo y un estúpido de marca. De marca Ferrari, no híbrido, para más señas.

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