miércoles, 8 de junio de 2011

Cerdomaquia o cerdopeya política.

Para mejor describir lo que hace un político español hay que recurrir también a palabras griegas: -maquia y -peya: lo de los políticos hispanos es una cerdomaquia y una cerdopeya. A veces ingeniosa, como cuando llaman a Crackman Eduardo Manostijeras. Y mientras en su guardería los políticos se tiran las mierdas con la mano, a ver quién queda más presentable, uno, que pide silencio y compostura en vano, los manda al rincón de pensar de la guardería o lee la regla periódica de elementos: la universidad española, la que más profesores tiene y menos investiga. Este río suena y lleva agua (turbia) desde el XIX; no, XVIII; no, XVII... Bueno, dejémoslo, pues nadie va a hacer nada, que es lo que se viene haciendo -o sea, nada- desde el siglo XVI lo menos. Siempre que se intentó hacer, alguien, por lo general relacionado con el poder absoluto, apretó el freno: al comienzo del XVI, a comienzos del XIX, después de la guerra civil en el XX. Otra: Rubalcalva dice es vergonzoso que el estado enseñe cuentas. ¿Sólo de eso siente vergüenza? ¿Es que son suyas? ¿Quiere le enseñe las mías? Se ve: sólo se siente vergüenza si te descubren honrado, palabrón que en Sólo ante el peligro era antítesis de listo. En fin, quizá Rubalcalva -como Crackman, por demás- no está solo, pues cocina con chorizos para hacer migas.

Cocinar sin chorizos es para gente hambrona y sin padrinos, sin bautizar, huérfana, que no hay quien cristiane, porque no tiene nada que dar, sólo hambre. Las gachas no son de arrope.

Por no tener, ni siquiera tiene bolsillos.


Ya se sabe: partiendo de la nada, hemos alcanzado las más altas cumbres de la mierda; porque los pobres ni siquiera tienen de eso, y hay hasta quien los haría nacer sin culo. Y nos entretenemos tirándonosla con la mano.

Lo malo es que, como dice Cela, estar en la cumbre es incómodo, porque se clava en el culo.

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