martes, 6 de septiembre de 2011

De Las Dominicales del Libre Pensamiento, Madrid, sábado 26 de julio de 1890, año VIII, número 405, p. 1

A Fernando Lozano Montes, director de Las Dominicales y periodista libre pensador nacido en Almadenejos (Ciudad Real), le he escrito una modesta biobibliografía en la Wikipedia. De por ahí he extraído este artículo suyo, que copio:

A mi nieto,  Demófilo de Buen Lozano:

Naces en la penumbra de dos siglos y de dos grandes civilizaciones. Iluminado por tan incierta luz, te será fácil perder la orientación y caer. Haz acopio de luz y de fuerza. Baña tu pensamiento en verdad, tu corazón en amor, tu voluntad en bien. Baña tu cuerpo en aire, en agua, en sol. Sé fuerte por dentro y por fuera. Tienes que tomar parte en grandes batallas. Trabaja: hé aquí la ley más esencial. Si trabajas serás bueno, honrado y feliz. Todas las puertas se te abrirán. Aborrece la ociosidad y la pereza. Sé sobrio; come lo necesario, bebe lo necesario. La máquina del cuerpo tiene fuerzas limitadas: si se emplean en digestiones difíciles, la vida se acorta. En todo caso, si abusas de tus fuerzas, que sea por alimentar las calderas del cerebro y no las del estómago; obrar de suerte contraria sería indigno de tu naturaleza racional.

No mientas, no engañes, dí, sin imprudencia, la verdad. Defiende tu vida y la de tus semejantes. No te es lícito matar. Destierra de tu alma el orgullo, la soberbia y la vanidad. Sé sencillo, afectuoso y benévolo, sobre todo con los de estado inferior al tuyo. Ampara a los débiles; respeta religiosamente a la mujer: ve en cada mujer una hermana o una madre. Defiende con firmeza tus convicciones, con heroísmo si es preciso. Pero ten profundo respeto a las personas. No calumnies, no insultes, no injuries. Unge tu alma en santa tolerancia. Judíos, cristianos, musulmanes, todos son buenos en esencia; la educación ha podido pervertirlos, pero ellos no son culpables. Abre tu alma a todas las corrientes del humanismo: a la amistad, a la fraternidad, al amor, a la sociabilidad universal. Somete tu bien al de tu patria, al de tu raza, al bien general de todos los hombres. No te olvides nunca de que tu vida es solidaria con la de todos los seres en el mundo, y que el más repugnante y culpable de los vicios es el egoísmo.

Conserva el honor de tu nombre; que se te vea marchar en las avanzadas de las grandes batallas que está llamada a librar tu generación, para llevar a todos los hombres a la conquista de la igualdad.

Tal es mi consejo.

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