sábado, 14 de enero de 2012

Leído por ahí

No sabía yo quién era esa tal Ana Blanco, así que he buscado por ahí y hete que me encuentro esto, que es pedagoga, no periodista, que presenta el telediario de la primera cadena y que


Existe una mujer que narra con la misma entonación el inicio de la Guerra de Irak y el de las fiestas de San Isidro. Ella es aséptica por definición; un busto parlante esculpido por los griegos en el friso del Telediario. Inmóvil, hierática, inexpresiva...

Kate Winslet tiene en Titanic el rostro de Ana Blanco en aquella secuencia en la que su madre en la ficción le aprieta el corsé hasta el dolor como metáfora -simple, todo hay que decirlo- de la represión a la que vive sometida. En el caso de Blanco, eso sí, es ella misma la que se ciñe los cordajes. Y eso le ha valido salir indemne de todas y cada una de las purgas, al más puro estilo soviético, que ha vivido TVE en los años de democracia.

Matías Prats, Ernesto Sáenz de Buruaga, Alfredo Urdaci, Lorenzo Milá… Ella les ha visto caer a todos. Y allí siguen, ella y su peinado, impertérritos al paso del tiempo, después de veinte años, seis legislaturas y tres gobiernos de distinto signo político: los de Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero.

Estos días, Ana Blanco ha narrado con absoluta indiferencia, en ese tono institucional que sin duda domina mejor que nadie, la debacle de sus ahora jefes en las elecciones municipales y autonómicas. Y lo ha hecho (unidas en un especial y después por separado) junto a las dos damas de hierro de la actual televisión pública, Ana Pastor y Pepa Bueno, cuyas cabezas esperan temblorosas la caída de la guillotina electoral del marzo venidero.

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