Dicen que dijo Antonio Cánovas del Castillo "es español el que no puede ser otra cosa", hastiado de discutir definiciones de lo nacional con los regionalistas en un congreso constituyente; así lo anotó Galdós, pero la verdad pura y simple es que Cánovas citaba a Quevedo, a quien conocía bien por la edición que hizo de él y le regaló su amigo Aureliano Fernández Guerra:
"Harto de ser español
desde el día en que nací,
quisiera ser otra cosa
por remudar de país"
A mí, la verdad, me satisface la definición. Es español el apátrida, anarquista, quejica y descontentadizo que busca siempre sin encontrar acomodo. Algo así como un nacionalista catalán, ansioso de ser uno, grande y libre. Qué ombligo más magnífico, el de un catalanista; no se parece a ningún otro ombligo del mundo, ni siquiera al de Adán, que no fue un hijo de su madre. Otros lo llaman paranoia; dejémoslo en nazi-onanismo.
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