martes, 30 de julio de 2013

De gallinas y frenazos

Delante de los cines Las Vías había una casa de labranza o alquería con un gallinero y dos perros. Pero el suelo subió y ahora lo que hay es un edificio con pisos de lujo y letreros de sin vender. ¿Qué han hecho con mis gallinas? ¿Qué se hicieron? Siempre que iba al cine con mis hijas o sin ellas, les hacía una cariñosa visita. Avivo el seso y despierto recordando las Coplas a la muerte de un colega de Luis García Montero: 

¿Qué se hizo Marilyn?
Aquellos Beatles de antaño,
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto sinfín
de galanes que en un año
nos vendieron?
Y los tunos, los toreros,
las cantantes de revista
en el olvido;
las folklóricas primero,
el marqués y la corista
¿dónde han ido?

En España los frenazos siempre han provocado gran número de muertos. Así el frenazo de la economía desbocada. Pueden sumarse a las víctimas mis pobres gallinas, consumidas por la fiebre del ladrillo. España era un coloso con pies de ladrillo, como el sueño de Nabucodonosor en Daniel, II, 31-35:

La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra

Podríamos adaptar el pasaje (que por cierto ya va necesitando una tercera edición más actualizada, un Moderno Testamento, vaya) así:

Y fueron como tamo en las Eras del Cerrillo, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas el ladrillo que hirió a la imagen fue hecho un gran banco que llenó toda la tierra.

No se puede construir nada sólido sobre un gallinero. Pero la inercia histórica es muy grande. ¿Quién puede parar una cosa así? Hubo tres frenazos: el de Felipe II, el de Fernando VII y el de Franco I. ¿Será este un cuarto frenazo? Espero que no, amigos.

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