Anna Cabeza, "La moral de los bonobos", en Abc 17/05/2014:
Mientras de Waal era fotografiado, los chimpancés del Zoo estaban muy pendientes de él
Tan apenados como nosotros por la pérdida de un ser querido o cariñosos con la familia. El primatólogo Frans de Waal, que lleva décadas investigando el comportamiento de los primates, argumenta en su último libro, “El bonobo y los diez mandamientos”, que los simios y muchos animales se rigen por una moralidad similar a la de los seres humanos, lo que le lleva a defender que la ética es previa a la religión y que surge en los comportamientos de todo ser que vive en sociedad.
El experto en bonobos —los primates más parecidos al hombre— presentó esta semana su obra en Barcelona. En una visita en el Zoo de Barcelona y frente a los chimpancés del centro, que se mostraron muy empáticos con él, argumentó los sentimientos de empatía, compasión, justicia y equidad que muestran los simios y que tanto recuerdan a los humanos.
La clave del comportamiento humanizado de estos animales es, según De Waal, que «viven en un sistema social que se basa en la ayuda mutua y la supervivencia en grupo» por lo que «les preocupa el bienestar del otro». Así, los bonobos se ofrecen ayuda mutua y de manera altruista: «un chimpancé ayuda a su compañero, se implica y lo hace sin esperar beneficio a cambio», exclama.
El mejor de ejemplo de ello es el cuidado parental entre descendientes o el que ejercen monos con crías que quedan huérfanas, que adoptan y tratan como si fueran sus propios hijos o cómo los más jóvenes ayudan a los mayores a comer sin dificultades.
Reconciliaciones y duelo.
De Waal destaca también cómo los bonobos —especie que lleva más de 40 años estudiando por su gran parecido con los humanos— saben distinguir, como los humanos, entre lo correcto y lo incorrecto, lo aceptable y lo inaceptable, como mordisquearse entre ellos o como saben reconciliarse tras una pelea . Los bonobos se implican en la comunidad e «intentan restaurar la armonía si hay conflictos en el grupo colocándose entre las partes afectadas».
En este sentido, De Waal explica que, en uno de los experimentos que ha probado, dejaba a un bonobo con un saco de fruta y le daba la posibilidad de compartirla con un compañero y «siempre prefieren que haya dos beneficiados a uno».
Más rasgos que compartimos. Los bonobos presentan empatía y son muy afectuosos, y no hay mejor prueba que vivir cómo los ochos chimpancés del Zoo de Barcelona estuvieron atentos y graciosos con su cuidadora mientras De Waal estaba con ellos. También se nota en los juegos que improvisan con ramas o piedras. Y, destaca el primatólogo, «tienen cosquillas y sonríen, con sonidos guturales roncos pero con el mismo ritmo que la risa humana».
No todo son sentimientos positivos. Los bonobos y chimpancés sienten angustia tras la muerte de un ser próximo de manera parecida a los humanos. «De tan afectados que están, se quedan en silencio y algunos están días sin comer», destaca el primatólogo, que señala que los animales «son conscientes de que la muerte es irreversible y permanente». Y ejemplo de ello es que temen a las serpientes pero cuando las ven muertas se las puedan colgar por el cuello, ejemplifica.
Por otro lado, De Waal incide en que los bonobos pueden tener superstición y creer en unos ritos, unas premisas que extrae de ver las reacciones que tienen ante sonidos fuertes, como los de una tormenta eléctrica o un aguacero. «Hacen una especie de danza bipedal, como un ritual», detalla el etólogo y «aunque no podemos decir que los animales tengan una religión sí que parece obvio que algún sentimiento les mueve así».
Preservar sus casas
Otra eminencia sobre el comportamiento de los chimpancés del Congo, Jane Goodall, estuvo también esta semana en Barcelona, con motivo de su 80 aniversario, y aprovechó la ocasión para pedir en una conferencia más protección para los simios y para avisar de que sigue con mucha energía para trabajar para su bien. «Estamos destruyendo el hogar de muchos animales, como el de los chimpancés de África», denunció, al tiempo que aconsejó «cuestionarnos el origen de todo lo que consumimos», un acto en favor de una vida más sostenible y para garantizar la preservación de la naturaleza y de las especies en peligro.
Goodall incide en las semejanzas entre monos y humanos y reiteró que los primates «tienen comportamientos muy similares a los nuestros: se besan, se dan las manos y se abrazan», por lo que debemos tener más cuidado de ellos. Goodall creó en 1977 un prestigioso Instituto que tiene oficinas en 28 países del mundo.
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