Anécdota de Javier Reverte, en la que sobrenada la famosa frase de Tennesse Williams:
"En el invierno de 1992, en pleno conflicto bélico, viajé a Sarajevo como periodista. Conducía un coche desde Split, en la actual Croacia, y entré solo en la urbe cercada. Antes de partir, una mujer me pidió que le llevara a su marido, encerrado en Sarajevo, una bolsa con comida y 400 marcos alemanes –todo se compraba entonces, en el mercado negro sarajevino, con dólares o con marcos–, y añadió que era cuanto tenía.
Le dije:
–Señora, puedo perder el dinero, puedo no entrar en la ciudad o no encontrar a su marido, pueden robarme en los controles militares. O simplemente, me puedo quedar con los 400 marcos: usted no me conoce.
Me respondió:
–En esta guerra, señor, hemos aprendido a desconfiar de los conocidos y a confiar en los desconocidos.
Esa historia define, para mí, el terrible significado de una guerra civil.
Por cierto, la historia tuvo un final feliz: encontré al hombre, le di el dinero y regresé sano y salvo a Split. Nunca debes fallarle a una desconocida."
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