Uno suele votar al que asesina menos, directa o indirectamente, por lo que suele votar muy poco, pero, ¿a quién votarían los muertos? Sufragio más serio no hay, si bien nunca sabremos el número o censo exacto de muertos en la Guerra Incivil (y Posguerra, que también fue de aúpa), como tampoco el de fallecidos por los recortes sanitarios del Papa del Pepe, ese Palmar de Troya. En su santuario legal se guardan los cuerpos incorruptos de San Bárcenas, San Rato, San Fabra etc. al lado de los San Francisco (Franco), José Antonio y otras reliquias. Sanjosemaría es su santo Tomás, creador de esa corriente teológica, el Faescismo. Por cierto que el cuerpo de San Bárcenas está tan incorrupto que hasta se ha levantado y pasea entre los hombres, fuera de la jurisdicción (o aforamiento) donde debía estar tanto santo varón y varona, alabados en las hojas parroquiales de La Razón / Tribuna. Es más, a falta de una eminencia catedrática como Montoro, Bárcenas ha sido designado profesor invitado en la Prisión de Soto del Real, donde sus clases eran tan solicitadas y valoradas que los alumnos deseaban le hiciesen profesor titular y con contrato indefinido, eso que tan poco les gusta a los del Palmar. Pero decidió dedicarse a sus negocios, esquíes y podres varias privadas. Qué pena.
Con los recortes en ciencia e investigación ha vuelto a surgir la teoría decimonónica de la generación espontánea, cuyo mayor adalid es Mariano Rajoy. Dice este grotesco personaje que de la corrupción se genera la vida. No cree en Pasteur y quienes afirman que de la vida viene la vida, que la vida es el fin de la vida. Para él es precisa la corrupción y la gangrena, la producción de muertos; no necesariamente muertos reales, sino muertos en vida, corruptos, vidas truncadas, frustradas, semividas. Yo solo sé que teníamos y tenemos demasiados. En fin, los beneficiarios de Mariano y su peperro lameculos seguirán contando mal las palabras y los muertos, recortando con una mano, robando con otra y con una tercera, aún más oculta (yo también cuento mal) matando la demografía de un país en que los sueldos ya no dan para crear una familia y mucho menos para pagar su educación. Es gracioso que los españoles votemos a fanáticos de lo privado para gobernar lo público. Pero eso es lo que hacen sus votantes ocultos, que no son ni siquiera eso, sino solo beneficiarios y corrompidos. Nos los tenemos merecidos por no denunciar y callar y acobardarnos y dejar pasar; no hay que dejar pasar ni una, eso es lo moral. Marianito cuenta que la economía (la de los bancos que luego le darán trabajo, como han dado once sillas para los once culos del multiculo marido cospedáneo) va bien, sin hablar de los que se han ido, cerebros "emprendedores" (cuanto les gusta la palabra) que van a crear riqueza en Alemania o más allá, mientras dejan aquí a los mediocrillos. Tampoco cuentan a los parados que mueren sin haber trabajado o ya no cobran, a los aplastados por las desigualdades educativas y una televisión que ignora la cultura, a los seiscentintas sin esperanza, a los que tienen que sobrevivir con dos sueldos en partes opuestas de la ciudad y no pueden pensar en votar, porque lo único que quieren es dormir, a los que se ha tirado por la ventana cuando los iban a desahuciar, a los que no pagan las cuentas y obligan a sus deudores a no pagar las cuentas; el lameculos (está en el RAE) de Alemania, eso es lo que es.
Traigo aquí la foto de un fusilamiento que tuvo lugar no hace tanto en la tierra de Rajoy, Galicia. Pero es solo porque me recuerda a lo que está haciendo ahora con la clase trabajadora.
Durante la Guerra Civil una consiración hecha por gente uniformada (la mayoría de los curas, salvo los del País Vasco llevaban sotana; los carlistas, su blusa azul y la boina roja; el ejército, el uniforme correspondiente; La falange, el uniforme paramilitar y la camisa típica con las flechas y el yugo, etc.) contra los que no poseían otro distintivo que el ombligo y las convicciones democráticas. Entre unos y otros esa tercera España de españolitos que vinieron al mundo se jodió definitivamente. Hoy son PP y PSOE esas dos Españas que hielan el corazón. Ideologías sin el valor máximo de toda civilización, que es la justicia. Porque si se pudre la justicia se pudre todo. De ahí el cainismo unamuniano, de ahí el sentimiento trágico de la vida en España que nos impide incluso tomarlos a chufla, como en italia, y dejarlos solo en esperpentos expresionistas a lo Solana (mejor escritor que pintor, incluso: véase su España negra, donde describe un casino manchego como lo más rancio de toda la zafiedad y suciedad de España).
España es ahora mismo una fosa común donde se pudre la justicia. ¿Qué harán al respecto los títeres de la Merkel, los muñecos Rajolito y Pedrito? ¿Qué harán en un país donde ni un solo personaje entre los políticos del Palmar Popular y demás ralea se ha bajado el sueldo siguiendo el ejemplo, tan moral como propagandístico e hipócrita, de Felipito el Prisas? En fin, dejemos que voten los muertos de España de ayer y de hoy. A ellos ya se les ha podrido todo. Son los únicos que tienen la visión imparcial, distanciada y objetiva de las cosas.
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