Así lo cuenta Casimiro García Abadillo:
Ignacio González quería evitar que el asunto del ático cayera en manos de la temida UDEF, unidad policial encargada de destapar la trama Gürtel y al frente de la cual se encontraba el comisario José Luis Olivera.
Villarejo le dijo en ese encuentro a González que el asunto se desactivaría si le mostraba los recibos del supuesto alquiler del ático. Pero el vicepresidente de la Comunidad no pareció dispuesto a colaborar, incluso dijo no recordar el nombre del arrendatario.
Cuando terminó la cita, García Castaño le comentó a Villarejo: «Está cagado».
La UDEF, como ya ha publicado este diario, entró en la investigación y remitió en el mes de junio de 2012 dos escritos a la Fiscalía a la espera de instrucciones para seguir avanzando en la indagación de los hechos.
Semanas después, Olivera fue relevado de su cargo en la UDEF (fue nombrado comisario jefe del Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado) y la Fiscalía no volvió a reclamar a la Unidad de Delincuencia Económica más datos sobre el asunto, que se judicializó justamente después de haberse remitido al Ministerio Público los informes de la UDEF.
Así que, momentáneamente, González consiguió su objetivo. La UDEF sigue a la espera de instrucciones, la Fiscalía no da muestras de un especial interés en investigar el caso y las comisiones rogatorias que podrían aportar el dato definitivo sobre el propietario real de las sociedades offshore que aparecen en el sumario están atascadas.
El presidente de la Comunidad de Madrid cometió un gran error al acusar de «chantaje» a los dos comisarios. Ambos han prestado numerosos servicios no sólo a este Gobierno, sino también a los anteriores, y su arma de destrucción masiva es la información de la que disponen.
Entrar en una campaña electoral que no va a ser un camino de rosas con la amenaza de nuevas revelaciones sobre los oscuros asuntos de Nacho González no parecía lo más aconsejable... y Rajoy le dejó caer.
Entrar en una campaña electoral que no va a ser un camino de rosas con la amenaza de nuevas revelaciones sobre los oscuros asuntos de Nacho González no parecía lo más aconsejable... y Rajoy le dejó caer.
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