viernes, 21 de agosto de 2015

España mariana

Desde Franco no se cuenta a nadie que haya dictado tantos decretos como Rajoy, un meningococo que pasó del franquismo al fraguismo, vaciándose hasta erigir un muñeco que "con soberbia y gravedad camina"; pero aunque su afición a firmar sentencias de pobreza y privilegios para la casta demuestra que entró en política para tocarse los huevos, como los otros cómplices de su partido, que han dejado Levante como para no levantarse jamás, no le echaré la culpa, pues tan hueco y huero muñeco aún puede hacer como Rodolfo, el león atiplado de Mari Carmen y sus políticos: Mari Carmen es Merkel, pues habla por boca de todos los políticos hispanos disimulando y encima les mete mano por el culo. Como algunos curas, que inmatriculan hasta el pompis de sus monaguillos, Merkel inmatricula el culo de España y luego le da una propina en forma de rescate para pagar la chapa. A tanta inmatriculación debía seguir una desamortización, palabra mágica que no ha aparecido ni aparecerá, si algo conozco a los chupamindas, lameculos y catarriberas de PP y PSOE. PP y PSOE son gente de orden y siempre van con la mentira por delante; con las mujeres es peor, porque su sueño es construirse palacios, como Rosal Romanola o Lolitis Cospedorrea: se creen princesas azules, como las bragas. Así que, después de todo, no tiene tanta culpa un infante perverso y polimorfo como Rajoy, que solo atiende la voz de su alemamá, vaya virago y mala pécora. A la que ni siquiera entiende desde que le dijo que su sastre es rico.

Ahora, incluso, está planeando que paguen las vacaciones de los banqueros las pensiones de viudedad; ¡angelito! Sigue este nene sexagenario (España no es país para jóvenes) sin hacer caso a la oposición que le advierte contra el fango de su partido con palabras con que se pueden entender: "Nene, caca". Mariano es solo un vigilante más del patio trasero del Mercado alemán, que otros llaman Unión europea. Sería unión si tuviese política social, pero 
solo tiene bancaria y contratos de esquilmaje, contaminación y enfermedad como el TISA y el TTIP.

Este caballero mangante, Rajoy, es "mu" español (le van los toros) y encima a la manera más española: confundiendo patria y patrimonio. Sus antepasados suevos también saqueaban que era una barbaridad, no en vano eran bárbaros; conforme a esa equívoca idea de patraerse el dinero nuestro Mariano sería en primero en ponerse a cantar a pleno pulmón no precisamente el himno de Pemán y Pemartín, sino el cuatrilingüe de Suiza o el "Deutschland, Deutschland über alles!" del merkelón de sus amores; tan amantes son los pepeítas de Alemania, heil!: money, money, money. Hasta su amigo y conmigo Rato, hijo y nieto de Camborios, tiene un hotelito en Berlín pagado con sudores de obrero de derechas o no y raterías tan oscuras como un zulú desnudo en una mina de carbón inundada de petróleo en noche sin luna. Ratero, perdón, Rato podría dar clases de ingeniería fiscal, contabilidad creativa y fenomenología de la prestidigitación bancaria. De casta le viene  al Rato, a quien en vez de meterlo en "una vaga astronomía / de pistolas inconcretas" lo deberían arrojar a la fosa de las Marianas, más o menos por dónde se encuentra la deuda pública española. Y es que eso de hacer trabajar al dinero de los demás en beneficio de sí mismo con tal de no trabajar es algo muy asentado en el meforrismo y aforrismo pepeíta. Por robar, incluso roban las palabras: al Frente Popular le robaron el "Popular". Después de la que armaron en la Guerra Civil, se pusieron a robar también en medio del hambre que habían provocado y lo que llamó Juan Eslava Galán "años del miedo", con ayuda de la cárcel, las armas y la justicia vendida al poder, como hoy también. Todavía quedan muchos hijos y nietos de esos, no ya entre los bandoleros, beneficiarios y accionistas del Pepeísmo, sino en el Ministerio de Justicia y de las JONS, donde se dedican a detener y poner el yugo a cualquier iniciativa en favor de los derechos humanos y las flechas en el culo de cualquier juez que se atreva a dictar justicia a sabiendas, llámese Garzón o Villarejo. Ojalá alguien pudiera desviar a los hospitales el dinero que sobra en pagar futbolistas, corruptos, nacionazis y senadores sin nada que hacer salvo cobrar, incluso aquellas dietas que en el deslucido y picaresco Siglo de Oro llamaban "ayudas de costa".

Mejor sería "desviar" ese dinero a educación, investigación o sanidad, porque en España solo se ha invertido en formar albañiles, camareros y putas y no en formar la inteligencia de la cabeza. Siempre ha dado mucho miedo lo que hay de cejas arriba desde que gastamos o Inquisición o Militarismo, herramientas de las que se sirve el poder para perpetrar la ingénita injusticia en nuestro país. Nuestra mediocre y podrida burguesía no invierte en inteligencia, sino en ladrillos, hostelería y burdeles. España en la tercera potencia del mundo en consumo de prostitución y la primera en turismo y cascotes. Solo hay que mirar la sección de anuncios de esa baba llamada La Tribuna: se venden casas, se dicen oraciones, se alquilan y venden filólogos y putas. Así nos va.  Nuestros necios ricos incluso prefieren comprar arte a sufragar becas de investigación o bibliotecas: prefieren tener un cuadro de Miró en el váter a un libro, porque al cuadro al menos le pueden sacar dinero. Dixi y pixi.

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