domingo, 16 de agosto de 2015

Unas pocas graciosas cartas inéditas en verso y prosa a su prima monja en Toledo y amante del escritor barroco manchego Manuel de León Marchante

Para dar idea de su mérito literario, copiaré aquí poco a poco, si no lo dejo para otros, unas cuantas cartas inéditas del ingenioso poeta y dramaturgo alcarreño Manuel de León Marchante (Pastrana, 1631 - Alcalá de Henares, 1680), que fue capellán real, comisario del Santo Oficio en Toledo y dramaturgo y humorista consumado en el campo conceptista. En esa misma ciudad vivía una prima suya llamada Margarita que era monja en el convento de Santa Fe; fue el amor de cuerpo y de alma de su vida y con ella sostuvo una extraña y obscena correspondencia amorosa entre 1667 y 1677, tal como digo en un artículo de Wikipedia que escribí hace mucho.

Modernizo levemente el texto, aunque algunas de las gracias que utiliza necesitarían el apoyo de unas notas que no tengo tiempo para hacer (ni tampoco me pagarían en lo que valen); baste para acreditarla que simplemente está hecha con la regular pericia filológica que he ido acumulando en mis años de profesión, con ya bastantes ediciones de clásicos hispánicos a mis espaldas publicadas y varias por publicar. El lector de clásicos podrá prescindir de ellas y el no habituado, todavía podrá divertirse con algunas que sí pueda entender. 

En este primer texto habría que aclarar que "prima", aparte de indicar parentesco, también designa una cuerda de la vihuela o guitarra así como una cátedra universitaria mañanera; que las "coronas" y los "besos", aparte de las tonsuras frailunas, son también un tipo de dulces de los que elaboraban las monjas, y que la perinola es el juego del trompo en que se quita y ponen "palitos", como sabe bien todo el que ha jugado a eso (sin mala intención) en los juegos reunidos Geyper, etc...

Carta primera


Prima mía (pero miento
en sentir de los que tocan:
porque tú, para ser prima,
me pareces algo gorda)
pero, ya que que has de ser prima,
lo serás por lo sonora,
porque más que una guitarra
me hablas claro en mi deshonra.
¡Que me digas pluma a pluma
por no poder boca a boca
que tienes otro devoto
y que viva yo y lo oiga!
¡Bendito seáis vos, señor,
que no me habéis dado honra!
Y lo que siento es que sea
un fraile quien te enamora...
Que tu tienes los cariños
muy golosos de coronas
y, por cumplir con los frailes,
no cumples con la parrochia.
De suerte que, en devociones,
confiesas que eres tú propia
la deshonra de los Leones,
descrédito de Colomas.
Pues ¡por el alma que tengo
en las carnes pecadoras,
que han de llenar, si te cojo,
dos vueltas como con porra!
¡Infame deshonrabuenos!
Agradece a que eres monja,
porque yo siempre he tenido
mucho respeto a las tocas.
Dime, prima, por tu vida,
¿te ha faltado alguna cosa
mientras corres por mi cuenta
cuando has estado achacosa?
¿Faltaba yo de tu cama?
¿No tenías siempre prompta
mi persona? ¿Por mí, acaso,
tenías gana de persona?
¡Qué de veces, qué de veces
mi boca, aunque pecadora,
para darte a ti los besos
se los quitó de la boca!
Dime: ¿tengo yo en mi cuerpo
trasto de que no dispongas?
¿No tienes a tu mandado
todo mi fuego de argolla?
Dime, puerca: ¿te he negado
yo alguna vez la bellota?
Dime: ¿para bujerías
que en la mujer son forzosas,
aunque un León se hiciera araña,
te había de faltar mosca?
Lo que me podrás decir
es que, desde que eres monja
un hábito no te he dado:
y es que mi amor no te goza.
Déjame hacerte las pruebas
porque el hábito te pongas,
que, ya me has puesto los cuernos
y, en llegando a ser mi novia,
verás que todos por mí
dicen: "El toro la rompa".
Hija-mujer que hace a frailes
es chula de ejecutoria,
y en lances de voluntad
la que lo deja y lo toma,
la que lo mete y lo saca,
tiene amor de perinola.
No sin misterio en tu carta
me respondes maliciosa
al succeso de la purga
dando a entender, socarrona,
que tienes dos servidores
por si es que la purga obra.
Plegue a Dios que mala maza
me vaya dando en las corvas
si más contigo durmiere:
ni me han de ver en tu alcoba
ni, aunque te mudes camisa,
te he de ver más en pelota.
Y agradece a que se acabe
el papel, y que ya es hora
de la estafeta y que tengo
hecha el alma una ponzoña;
hoy martes, a dos de abril,
y adiós, que pinta la rosa.

Segunda carta

Morena mía (¡oh si fueras mía sola!) ya te considero por bandolerilla de Santa Fe y porque he faltado a un correo con una chanza de desdenes y un capote de los que tus ojos se ponen cuando se enojan; y si yo la cogiera en un estrecho, la hiciera abrir la boca de un palmo con lo que yo me sé y ella no ignora. Pero dirás: "Si con estos castigos se venga mi León, delinquiré al día trece veces". Diga, alma mía, que acabo de venir de la Corte porque, habiéndome pedido segunda vez que hiciese los saynetes para los autos, me excusé con decir que era tarde y que el año pasado los hice por gusto, no por tarea. Hoy me han pedido que por lo menos haga dos ¡mira tú! hasta el Corpus, que tiempo hay para que yo no hierre lo que escriba pues, aunque puédanse disculpar la prisa y la insuficiencia el que lo oye no le constará y censurará sin conmiseración. Estoy en enviarte los rosarios cuando vuelva a Madrid; avísame dónde quedarán seguros y, en el ínterin, reza por los dedos ¡que en las dos manos tienes un decenario de christal porque aun ahí no te falte un padre nuestro!

Harto te digo: ¡adiós, mi alma! Hoy, 5 de mayo de [16]76, tuyo hasta que seas boba.

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