Los genios del zote Peperrismo han creado (bueno, es un decir), se han sacado del culo, comentaba, un spot en que se ve al muñeco de sus entretelas, el Ser Supremo de su cosmología mangante, el vago Bartolo de la Derecha, marchando deprisa, asaz cohete, hacia ninguna parte, como si tuviera más cosas que hacer que ausentarse. Bien está si bien parece, of course, pero uno prefiere más a la gente quieta, sentada y pensante, como Echenique, quien dice que nos tratan como "recursos humanos".
Eso de las prisas es de derechas, como Dios. Al reyezuelo que representa a la injusticia en el país, que es lo único que representa, porque tampoco nos representa (a su padre lo eligieron sin alternativas los patrocinadores franquistas), lo llamaba yo cuando entonces "el Urgente". Vamos, el Speedy González del posfranquismo; a nosotros nos dejaba solo ser el gato Silvestre o Jenks de la cosa. Pero fuese, y no hubo nada.
Después del Supremo nos cayó del cielo Garzón, pico de oro, que ministrar podía la copa, el muchacho, y Echenique, el caballero rodante o Michael Knight, un memorable mediodía que casi nos dejó muertos de insolación, salvo una nube piadosa y pasajera que fue bien agradecida por los interfectos. Solo nos faltó decir "danos la vuelta, que por este lado ya estamos hechos". Y eso. A mí, la verdad, tanto sol no me dejó moreno, sino entre rojo y morado.
La acelerada y cruel derecha no ha oído nunca aquello del poeta: "despacio, no te apresures, que a donde vas es a ti mismo". Como no ha leído a Cavafis tampoco, sino el principìo y el final de la Odisea, diría encima que Itaca es una táctica futbolera. Le importa más la cantidad que la cualidad, qué cogno. Más corrupción, más desigualdad, más déficit que en todo un siglo, más millones de clase baja y menos clase media, más desvergüenza, más sufrimiento... La verdad, me apetecía más escribir sobre Karol Dembovski y su viaje a La Mancha entre 1838 y 1840, en plena primera guerra carlista, cien años antes de otra Guerra Civil, pero la gente lo que quiere es que se le dé caña a los de siempre, y uno es obediente, aunque de mala gana. Ahora le ha tocado a Griñán y Chaves recibir las tempestades y los lodos de aquellos vientos y aquellos polvos. Y la pregunta es: ¿cuándo le tocará a micer Barreditas, el del pelo blanco, responder por haber deshonrado al creador de las cajas de ahorros, su antepasado Diego Medrano y Treviño, destruyendo la labor de 175 años de historia? ¿Cuando dejará a otros ser lo que él nunca fue? Preguntas sin respuesta, como siempre. Ya da igual que dimita o se retire de la política. Contestará lo que dicen los maduros como él: que tiene "experiencia". En hacerlo mal, desde luego. Casi tanta como Cospedal.
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