Se acerca el verano. Bajo el emblema de la Septa / Sexta se está juzgando a un Pepénister, cuya divisa es "un Pepénister siempre aumenta la deuda pública y baja a la mitad el fondo de pensiones". Es por el asesinato de su sobrino (esto de los parentescos corruptos y degenerados es muy de los poderosos), el rey Grajjroy, que pereció al beber un botellín envenenado. Entre los testigos figura el eunuco Varys, que declara a favor del Pepénister. Desairada, Sorayei exclama:
-Si no puedo tocarle los huevos draconianos, al menos le tocaré las narices, os lo juro.
Han dado por muerto a John Coletis, pero el hombre no hace otra cosa que resucitar e ir ganando votos y sumando fuerzas, al igual que Daenerys al otro lado del mar Angosto. Todo el mundo ve claro que, si el trono de lata no encuentra culo, los diecisiete reinos autonómicos se van a ir a la mierda. Los europeos presionan al otro lado del muro pirenaico y la Guardia de la Noche no da abasto. Incluso se ha celebrado un debate a muerte para resolver el asunto, pero los caballeros no han hecho otra cosa que salir en pelotas en los carteles y darse besazos en pleno hemiciclo. Es más, el Pepénister se ha escapado a pesar del cuidado del manazas del rey, Fernández Díaz, quien teme las iras de Sorayei; como es enano, se ha filtrado por una rendija y se ha marchado a Essos y con Essos. Las desgracias del reino no dejan de sucederse y ya no es posible saquear como antes: Soria quedó inválido al caerse de un Guindos, Mato fue desterrada por hacer honor a su noble apellido y por último, esa tremenda boda rojo / púrpura entre Podemos e IU ha decapitado las últimas esperanzas de lograr instalar un culo Pepénister en el trono de lata, que tiene la forma de suntuoso orinal. Y, sobre todo, hay un miedo horroroso y tenaz que se esparce por todo Poniente, porque... se acerca el verano.
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