Rara época. Llévanse a la cama
las nenas a sus móviles. Los chicos
se besan entre ellos los hocicos
y mirar su futuro es todo un drama,
pues, ahora en que todo se programa,
el porvenir no existe: se hizo añicos
o se ha vuelto producto para ricos
como el saber (o la salud) proclama.
Trabajar ya no es bíblico castigo
y, si exiges tenerlo, te condenan;
de poder conseguir, no vale un higo.
Y al ver esto los jóvenes ¿se apenan?
Se divierten o se miran el ombligo
y todavía más se desenfrenan.
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