Jesús Gago, El quinto partido, en Nueva Tribuna 5 de Julio de 2016
“La clave de la guerra es el engaño: aparentar que no se tiene capacidad para hacer algo cuando si se tiene; aparentar que no se tienen medios cuando sí se tienen; que se está lejos cuando se está cerca y que se está cerca cuando se está lejos.” El arte de la guerra, Sun Tzu.
Una vez más ‘el quinto partido’ volvió a ganar las elecciones del pasado 26 de junio en España, al conseguir la adhesión de 10.435.955 electores.
Y una vez más sorprendieron los resultados obtenidos, porque quienes se dedican a predecirlos basándose en encuestas y sondeos previos, siguen empeñados en dejar a un lado la tozuda realidad: que la Abstención es la que viene cosechando el mayor asentimiento, una y otra vez, después de 2008 para acá (tal y como ha ocurrido desde siempre, por otra parte, en el resto de comicios no generales) (1).
Así pues no es tanto que los Institutos encargados de hacer tales consultas fallen en sus pronósticos, ni mucho menos aún, tal y como se ha atrevido a diagnosticar una de las estrellas mediáticas más confiables ( J.Évole), que todo sea consecuencia de que los españoles ‘se divierten’ mintiendo en las encuestas. No, lo que ocurre es que esos estudios se fijan obsesivamente en quienes expresan sus preferencias –y en su volubilidad, en el mejor de los casos -y en cambio no reparan lo suficiente –y por tanto descuidan- la volatilidad de quienes integran ese ‘quinto partido’: el de los abstinentes.
Como los demás partidos, éste bautizado aquí como ‘quinto’ tiene un suelo de ‘fidelidad’, integrado en este caso por quienes, con rigor etimológico, cabe denominar como ‘los idiotas’; los que el lenguaje políticamente correcto denomina ‘mayoría silenciosa’; los que ni pertenecen ni dejan de pertenecer al “sistema”,ni saben ni les interesa saber que rayos significa eso; los que, por resumir, se desentienden por completo de los asuntos públicos; los que jamás han votado, ni seguramente nunca lo harán. Ese suelo actualmente puede rondar en torno a 6-7 millones de los censados como electores. El resto, hasta los 10 millones de las últimas elecciones, es el electorado propiamente volátil, el que viaja intermitentemente desde la abstención hacia alguno de los demás partidos o viceversa.
En ellos y en sus motivaciones -no estables- es donde residen posiblemente las claves verdaderamente explicativas de los resultados, o más bien de las divergencias entre éstos y los pronósticos previos. Lo que ocurre es que analizar y conocer las pautas de comportamiento de quienes permanente o circunstancialmente se adhieren al ‘quinto partido’, es bastante más complicado que saber lo que sucede con los demás electores, es decir con los que fielmente abrazan las causas partidistas, tanto de los viejos, como de los ‘emergentes’.
Bucear en ese ‘cuerpo líquido’ de abstinentes circunstanciales (aproximadamente 3-4 millones de votantes), requiere hacer alguna consideración y subdivisión complementaria, ya que seguramente no es nada homogéneo, antes bien éste sí que resulta ser verdaderamente ‘transversal’.
Por un lado estaría un grupo de mayor densidad y proximidad a la berroqueña cofradía de ‘los idiotas’. Serían algo así como una suerte de ‘reservistas’ que solo excepcionalmente se movilizan y solo cuando avizoran el peligro. En esta ocasión, dos o tres mantras de una muy simple pero acertada campaña ‘destropopulista’ (o ‘popularista’, para ser más precisos), en resonancia con un acontecimiento sobrevenido (el Brexit), habrían actuado a modo de clarines anunciadores de una silenciosa ‘orden de movilización’. Así, junto a los aproximadamente 380 mil electores que por diversos motivos regresaron al PP desde su efímero viaje al partido naranja, otros 310 mil ‘reservistas’, al acudir disciplinadamente a las urnas, consiguieron que el partido más votado mejorara sus resultados de hace medio año incrementándolos en casi 700 mil votos, (un aumento del 10%).
La extendida decepción y el escándalo moral que ha provocado el que esto suceda, justamente cuando en los últimos 6 meses casi no ha habido día en que no amaneciésemos con un caso de corrupción aún más grave que el anterior (con el broche del “diazgate” en las mismísimas vísperas del 26 J), solo denota un insuficiente conocimiento de las verdaderas motivaciones de ese cuerpo electoral y, todavía más, de ese subcuerpo de ‘reservistas’. Media docena de entrevistas de Gonzo (la Sexta) son a este respecto mucho más elocuentes que cualquier digresión ‘sociológica’.
Y sin embargo, algunos factores han jugado venturosamente para amortiguar en esta ocasión el éxito de las derechas. De forma paradójica, el tramposo sistema electoral, (constitucionalmente petrificado), benefactor secular de las derechas, ha castigado severa y extensamente en esta ocasión a una de sus formaciones (C’s), restándole 15 asientos respecto a los que hubiese obtenido en un reparto estrictamente proporcional a los votos cosechados. De ese modo, el premio de 18 escaños adicionales conseguidos por el PP merced a dicho sistema, ha quedado esta vez neutralizado en el bloque de ‘las derechas’ con un saldo de tan solo 3-4 escaños de ‘regalo’; frente a los 3-4 de ‘castigo’ mermados a ‘las izquierdas’ (15 y 2 respectivamente en las elecciones de hace medio año).
Así pues si hiciésemos una elucubración contrafáctica análoga a la que con muy escaso rigor analítico han practicado estos días los líderes de UP, e imaginásemos qué hubiese ocurrido de haber acudido en coalición electoral PP y C’s , es probable que llegásemos a la conclusión de que el número de votos hubiese sido sensiblemente inferior a la suma de ambos por separado (buena parte de los de C’s hubiesen huido despavoridos hacia la confortable abstención y algunos ‘reservistas’ se habrían mantenido en ella, sin movilizarse) y el número de escaños no hubiese diferido en cambio de los 169 obtenido entre ambos el 26 J.
Ahondando en el error, los jóvenes sociólogos y politólogos de PODEMOS, inexplicablemente (¿?) vuelven a caer ahora en otro yerro por partida doble- no sólo analítico sino además esta vez político-, al lanzar una encuesta con la pretensión de aliviar su perplejidad ante los resultados (pérdida de casi el 18% del electorado en medio año), adoptando una curiosa metodología para establecer un diagnostico “por consenso” entre sus seguidores (Esteban Hernández), ya que es más bien dudoso que los del ‘quinto partido’ (a cuyo cobijo se ha refugiado esta vez el millón de antiguos votantes de IU/PD’s), respondan ahora o lo hagan de manera veraz.
(1) En anteriores Elecciones Generales hubo en otras tres ocasiones en las que, quienes se abstuvieron superaron en número al partido más votado (en 1979 año de aprobación de la Constitución y de máxima desafección política, pese a lo que diga el mito oficial de la Transición; en 1989 con mayoría absoluta del PSOE; y en 2000 , con mayoría absoluta del PP).
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