Inés Martín Rodrigo, "El «gran camelo» del coaching. El escritor Daniel Ruiz García refleja la realidad empresarial que se oculta tras este fenómeno en su nueva novela, «La gran ola», ganadora del último premio Tusquets", en Abc de Madrid, 25/12/2016.
El término «coach» lleva ya un tiempo instalado en nuestro vocabulario, y hasta tiene definición propia en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE). En su primera acepción, un «coach» es una «persona que asesora a otra para impulsar su desarrollo profesional y personal», según la magna institución. Esta realidad, habitada por millones de personas en sus destinos profesionales, no ha pasado desapercibida para el escritor Daniel Ruiz García (Sevilla, 1976), que en su última novela ha querido reflejar un fenómeno hasta ahora poco o nada tratado por la literatura.
«La gran ola», ganadora del último premio Tusquets, es un retrato, crudo y amargo, de cómo en la actual sociedad vivimos para trabajar, y no a la inversa, sin cuestionar los métodos empresariales que nos llevan más allá del límite. Por motivos profesionales, Ruiz García ha estado «expuesto a muchos coaches en jornadas, seminarios, conferencias». Al verlos de cerca, el novelista se «indignó», porque se dio cuenta de que «todo el fenómeno del coaching es un gran bluf». La indignación se convirtió en oportunidad narrativa y, meses más tarde, en novela.
«Desde hace tiempo, me interesaba hacer literatura en torno al mundo laboral, porque apenas hay, a pesar de la importancia que tiene y de las condiciones del mercado de trabajo en España. Quería poner de relieve determinados comportamientos de esta época neoliberal, donde el mundo de la empresa ha sido sometido a un proceso encarnizado, salvaje, incluso violento», explica el autor, durante una charla en un hotel madrileño.
«La literatura no es necesaria; necesario es tener dinero para vivir y para pagar la luz»
Según el jurado que falló el Tusquets, «La gran ola» «contiene la visión cáustica de los nuevos mantras 'new age' que rigen en el ámbito laboral y que ocultan una batalla, a veces sórdida, por la supervivencia en plena crisis». Ruiz García es consciente de esa sordidez: «Me han dicho que es una novela muy oscura, muy dura, pero va a servir para que se hable del coaching, y eso es muy positivo, porque hará emerger el gran camelo que existe en torno a la industria de la motivación, que está avalando y legitimando malas prácticas empresariales y construyendo un modelo de empleado sometido».
El autor reconoce tener «bastantes reservas en cuanto al poder de la literatura para cambiar cosas y denunciar», su pulsión para escribir está orientada a «despojarme de mierda», aunque al final le sale «muy social» porque es su entorno. Y eso que el concepto de «literatura necesaria» le produce «mucho rechazo»: «la literatura no es necesaria; necesario es tener dinero para vivir y para pagar la luz».
Literatura social
Al hablar de literatura social, o añadirle cualquiera de las etiquetas tan de moda en los últimos años, todos los de la crisis, es inevitable pensar en Rafael Chirbes (1949-2015). Cuando el escritor valenciano falleció en 2015 le llegó un reconocimiento, tardío, que no ha compensado tantos años de indiferencia. «Durante mucho tiempo, Chirbes fue menospreciado por el tipo de literatura que hacía, precisamente por su componente social, que era como de segunda categoría. Yo creo que la realidad ha llegado al encuentro de él para ponerlo en su sitio. Pero es verdad que todavía sigue siendo una línea muy aislada. En la literatura española se ha cultivado muy poco la literatura social y durante mucho tiempo el canon era la literatura lúdica, autorreferencial, incluso ombliguista». Sin embargo, para Ruiz García el posicionamiento de Chirbes siempre ha sido «el más honesto que se puede tener como escritor».
No es extraño, por tanto, que el último premio Tusquets considere que «la literatura ha llegado muchas veces tarde en los últimos años y eso tiene que ver con la pérdida de posicionamiento del hecho literario como forjador de opiniones o de conciencias». Todos los que se dedican a juntar letras son conscientes de que «la literatura ha perdido muchísimo poder de prescripción en beneficio de otras artes», porque «vivimos un momento en que la palabra está en decadencia, la devaluación de la palabra se ha llevado por delante la literatura».
Lejos del optimismo que irradian las cifras de ventas de, por ejemplo, el fenómeno bibliográfico del coaching, Daniel Ruiz García se muestra realista (que no pesimista): «Ahora mismo, una de las figuras más secundarias que hay es el escritor, no sólo en la propia cadena del libro, sino en general. Yo puedo decir las barbaridades más gordas, que nadie lee, da igual», remata. Y una no puede dejar de pensar que razón no le falta, al ver cómo nuestra conversación terminó ahogada, entre ruidos de cámaras y movimientos de sillas, ante el inminente inicio de una rueda de prensa de Bertín Osborne.
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