A principios del siglo XVII, Francisco de Quevedo criticó en sus sátiras y discursos políticos las corruptelas de ministros, magistrados y banqueros, y modernamente se ha hecho un montaje de varias de sus obras, La escuela de los vicios, que se reestrenó en 2014 en Madrid, Toledo y otros lugares de España y el extranjero con un éxito atronador. La avaricia, codicia y corrupción están representados en sus tres personajes: un extravagante diablo cojuelo, instructor de La escuela de los vicios, que intenta cautivar a dos estudiantes que esperan obtener las titulaciones de "bachiller en mentir, licenciatura en engañar, doctor en robar y catedrático en medrar". Es la única escuela donde los alumnos cobran por aprender. El demonio se reserva al final el puesto de banquero.
El hurto es la piedra angular del gobierno:
«Este mundo es un juego de bazas,
solo el que roba triunfa y manda»
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