lunes, 4 de septiembre de 2017

Consérvese frío

En El año que vivimos peligrosamente (1982), Linda Hunt, que hace de enano camarógrafo, le señala al periodista Mel Gibson el hotel donde, en medio de la revolución indonesia, se albergan los corresponsales de prensa occidentales, el único que posee aire acondicionado. Y añade: "Ahí pagan para que los mantengan fríos". 

Mucha gente es así: está dispuesta a ganar y pagar dinero para garantizarse una cómoda y gélida ignorancia. Fernando Savater lo describe así: "Hay bastantes que para estar contentos necesitan no enterarse de los padecimientos que abundan a su alrededor y de algunos de los cuales son cómplices. Pero la ignorancia, aunque esté satisfecha de sí misma, también es una forma de desgracia..." (Ética para Amador). Esos bastantes prefieren las desdichas lejanas, de cualquier tipo, estadounidenses, venezolanas, etc. a las propias, con las cuales siempre podrían tener alguna incómoda conexión. 

Pero en este cálido verano de sequía física, ideológica y moral, muchas familias pobres han tenido que maldormir en el salón del ventilador por falta de aire. Así me lo han contado algunas. No tienen dinero para poder soportar el calor que causan los que pagan por mantenerse fríos. También me han contado otro tipo de conductas: una dueña que alquila siete pisos de su propiedad se enfada y cabrea porque el ruido del aire acondicionado de la familia que vive bajo su piso no le deja dormir... aunque al parecer deja dormir a todos los demás vecinos. Y se cabrea y echa cubos de agua a los aparatos.

Pero en el Congreso de diputados (y en otras partes, como en el Ayuntamiento de Puertollano) lo único en que piensan es en una posible moción de censura... A la gente eso le da igual: les suena a "micción de censura" o algo peor. Sufren, pero los congresistas permanecen fríos en su gélido hotel, que se llama Congreso de los Diputados. Tienen mucho miedo a que el calor los corrompa, al parecer.

Eugenio Merino, un artista de vanguardia que hace montajes para concienciar a los que no tienen conciencia, o la tienen en Suiza, metió a Franco en una moderna nevera de coca-colas para ser visto y consumido en la actualidad:




El pasado puede mantenerse no digamos que vivo, pero sí que maravillosamente congelado cuando no se sabe qué hacer con él, cuando no se asume. Y en España hay mucha gente que no termina de asumir que la transición no ha acabado porque nunca llegó a llegar y ni siquiera a empezar. Lo mismo cabe decir de ciertas ideas absolutistas de izquierda y de derecha. Pero otra Constitución es posible. Si bastantes nos descongeláramos...

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