De Eliana:
Era una noche calurosa, no podía dormir. Me levanté a tomar agua y miré por la ventana, cuando me sobresaltó la imagen de algo que parecía una sábana agitándose extrañamente. Sentí el miedo, la taquicardia, el horror de la idea de acercarme a ver sabiendo el peligro que implicaba; sentí también la impaciencia por tener una respuesta firme que me quitara las dudas, para bien o para mal. Me quedé petrificada, respirando un aire súbitamente helado. La sábana se agitaba con más y más violencia. Finalmente junté valor y fui corriendo a atacarla para finalmente comprobar, con absoluto alivio, que no era una sábana lo que se agitaba sino solamente un fantasma.
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