domingo, 3 de septiembre de 2023

El miedo y el señorío del hambre, por José Luis Sampedro

De una conferencia de José Luis Sampedro: "Un sistema no apto para la democracia":

[El gobierno inicuo se debe] a una de las fuerzas más importantes que motivan al hombre, que es el miedo; se debe al miedo. El gobernar a base de miedo es eficacísimo: si usted amenaza a la gente con que los va a degollar, luego no los degüella, pero los explota, los engancha a un carro, los azota. Y dicen: "Bueno, por lo menos...", y se dice eso que es tan grave: "Virgencita, que me quede como estoy. El miedo hace que no se reaccione, el miedo hace que no se siga adelante, el miedo, mire usted, es mucho más fuerte así desgraciadamente que el altruismo, que el amor, que la bondad; el miedo asusta mucho y si empieza usted por dar un shock y si empieza usted por asustar a la gente muchísimo, luego les castiga un poco menos y dicen ¡qué bien, no nos han fusilado; bien! Es el miedo, y el miedo nos lo están dando todos los días: los periódicos, la televisión y todo. Si su manera de pensar es más libre, un librepensador es más libre dentro de un calabozo en que el guardia que lo custodia, porque el guardia está defendiendo lo que no es suyo y fastidiando al que está a lo que es suyo; y no es libre el guardia, no: no es libre, es libre el de dentro.

Hay una anécdota preciosa que la contaba Salvador de Madariaga en un libro suyo que llamaba España. Se publicó allá por los años 30. Un tipo rico en Andalucía durante la República, en una época que hay elecciones, manda al capataz de un cortijo a hablar con los jornaleros que están en la plaza, y les dan un duro o dos duros para que voten por el cacique; y uno al que le dan unos duros de esos, se los tira y grita: ¡En mi hambre mando yo! De lo poco que puede decir el hambriento: que por lo menos en su hambre manda él. Eso lo he comentado mucho y lo he dicho en mis clases: me impresiona. ¿Qué se le puede decir a un hombre que está en la nada? Pues que, sea el que sea, es consciente de que tiene esa libertad interior que te aprueba ante ti mismo con razón.


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