He visto otras críticas, superentusiastas, en YouTube. Aquí la mera reseña en El País de Tommaso Koch, 1 de septiembre:
The Brutalist, de Brady Corbet, en el concurso oficial, también se atreve a retar al tiempo, pero de otra manera: lo dilata. Sin duda, la obra más monumental del certamen hasta el momento. Su duración ya es imbatible: tres horas y media. Pero su ambición narrativa, su coherencia y los temas abordados levantan toda una catedral cinematográfica. Nada que envidiar a los edificios que inventa, en la película, el arquitecto al que encarna magníficamente Adrien Brody: un genio, superviviente de los campos de concentración y huido a EE UU. Busca una nueva vida. Tal vez no encuentre lo que esperaba. Hasta la factura del filme contribuye a su magnitud: está rodada en celuloide, en 70 milímetros. Lo que obligó a una larga planificación para traer los 26 rollos, que pesaban 136 kilos, en avión hasta aquí. Y augura un desafío para su distribución en salas.
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