domingo, 17 de agosto de 2025

El colisionador de hadrones empieza a hacer cosas raras, como invertir el tiempo y la lógica, duplicar y desacreditar la realidad y mentir descaradamente

 Transcrito de "Cosmos Diario", YouTube, 14 ago 2025

A principios de 2025, en el corazón del complejo subterráneo del CERN, donde ruge el gran colisionador de hadrones y los protones chocan a velocidades inimaginables, ocurrió algo extraño. No se trataba solo de una desviación de la norma ni de una nueva señal. Fue un descubrimiento que hizo temblar incluso a aquellos que habían trabajado toda su vida con las absurdidades de la física cuántica. 

Al principio nadie quería creerlo. Los datos parecían erróneos, se repitieron muchas veces, pero la anomalía no desaparecía, al contrario, se volvía cada vez más aterradora. Una partícula que no debería existir, energía que aparece de la nada, un proceso de desintegración contrario al modelo estándar y sobre todo la sensación de que habíamos tocado algo que no se quería descubrir. ¿Qué vieron los físicos del CERN? ¿Por qué incluso los que llevaron a cabo el experimento lo califican de peligroso? Y es cierto que nuestra imagen del universo es solo una simple ilustración de lo que se esconde bajo la superficie. 

Todo comenzó con algo muy común. Millones de colisiones en el gran colisionador de hadrones, miles de millones de líneas de datos. Pero en medio de todo ese ruido, de repente apareció una señal extraña. No se correspondía con ningún patrón conocido de desintegración de partículas. Ninguna simetría, ningún modelo podía explicar lo que estaba pasando. Los científicos esperaban ver el nacimiento de partículas normales, quarks, leptones, tal vez bosones de Du Bulle, pero lo que vieron parecía como si la partícula se desintegrara en dos partes en el momento de su nacimiento.

La señal indicaba la presencia de dos partículas con propiedades casi idénticas que aparecían simultáneamente en el mismo lugar, pero se movían en direcciones diferentes e ilógicas. Era como si existieran partículas gemelas en una fase extraña, ligeramente desplazadas con respecto a la realidad.Al principio los científicos pensaron que se trataba de un artefacto, tal vez un fallo del detector, pero este fantasma aparece repetidamente y solo en condiciones en las que la energía del choque alcanza un rango muy específico, como si alguien o algo estuviera esperando el momento adecuado para revelarse.

Los científicos han denominado este fenómeno carga reflejada, aunque ningún campo físico conocido es capaz de tal comportamiento.

Algunos teóricos sugieren que podría estar relacionado con partículas entrelazadas con su propia imagen en otra realidad cuántica. En otras palabras, tal vez estemos observando por primera vez el efecto de la interferencia de versiones paralelas de la misma partícula, pero eso no es todo. 

En algunos casos, entre los dos reflejos se produce una vibración apenas perceptible, como si la información se transmitiera instantáneamente entre ellos, violando el principio de localidad. Esta resonancia no era ni ruido ni error. Se manifiesta con tal precisión que, en un momento dado, uno de los físicos dijo: "Parece que las partículas están empezando a hablar". 

El CERN guarda silencio. Los documentos oficiales son escasos y formales, pero las filtraciones y los comentarios anónimos de los científicos dicen una cosa. Nuestro modelo de partículas elementales puede no solo ser incompleto, sino también fundamentalmente erróneo. Y lo que nos espera no es una actualización, sino un reinicio. 

Entre todas las rarezas que sacuden los cimientos del CERN, hay una que resulta realmente aterradora. Los datos empiezan a comportarse como un eco, no en sentido acústico, por supuesto, sino cuántico, como si los reflejos de los acontecimientos no aparecieran después de ellos, sino antes, como si alguien en un espejo supiera de antemano lo que va a pasar y lo reflejara antes de que ocurriera. Los gráficos registraban impulsos dobles, idénticos, pero desplazados en el tiempo y en la dirección. Imagínate, nace una partícula y su orden de existencia se registra una fracción de nanosegundo antes del momento real de su nacimiento.

Cuando comenzaron a comparar los parámetros, apareció algo aún más inquietante. El segundo orden no tenía una firma energética completa. pálido como si proviniera de otro medio físico, no de la corriente en la que se produjo la colisión, sino de una corriente ligeramente diferente con un nivel de energía de campo distinto. Algunos científicos plantearon cautelosamente una hipótesis. Podríamos haber registrado el contacto con una realidad cuántica paralela. No otras dimensiones en un sentido fantástico, sino otra solución de la función de onda de nuestro universo. Una historia alternativa en la que los acontecimientos se desarrollaron de manera diferente. Este eco podría ser el momento en que se cruzan las capas cuánticas, una especie de interferencia cuántica entre mundos que normalmente no interactúan entre sí. Ya no se trata solo de especulación. La teoría del campo cuántico contiene  conceptos matemáticos que permiten tal superposición de estados. Sin embargo, hasta ahora se consideraban fenómenos puramente teóricos y exóticos y no realidad. Pero ahora tenemos datos experimentales repetidos y fiables.

Algunos científicos del CERN comparan este fenómeno con un espejo transparente entre mundos que se ha vuelto menos denso por un momento. La partícula no lo atravesó por completo, pero la información sobre su existencia pasó a otra versión de la realidad. "No hemos descubierto una partícula, dijo uno de los científicos anónimos. "Hemos echado un vistazo a otra solución del universo y esta nos ha mirado a nosotros", Y si esto es cierto, es posible que nuestros experimentos influyan no solo en nuestra realidad, sino también en otras realidades adyacentes en una estructura de existencia multicapa. 

Si imagináis el universo como una construcción colosal, los quarks son los ladrillos con los que se construyen todas sus paredes. Hasta hace poco se consideraban fundamentales y predecibles. Su comportamiento se describía con asombrosa precisión en el modelo estándar. Todo comenzó con el análisis de la desintegración inusual del quark inferior / down, pesado pero bien estudiado, que normalmente se comporta de forma estable. Sin embargo, en nuevas condiciones, en colisiones con una energía y simetría determinadas, los físicos registraron de repente algo imposible. El quark inferior se desintegró contra todo pronóstico, como si se rigiera por otras leyes. Pero eso no fue todo. En esta desintegración aparecieron estados intermedios que no deberían existir. Aparecieron durante un tiempo muy breve y desaparecieron sin dejar los rastros típicos. Parecía como si la partícula pasara a una forma intermedia, como si existieran otras leyes de la física desconocidas hasta entonces. En la teoría de cuerdas, estas formas intermedias se denominarían resonancias de dimensiones compactas, pero aquí aparecieron en un experimento real. Las matemáticas no pueden comprenderlas. Los físicos volvieron a calcular la participación de las fuerzas fuertes, comprobaron las constantes, pero todo apuntaba a lo mismo. Los quarks ya no son los ladrillos básicos, son las cimas espumosas de procesos profundos que se nos ocultan. Imagina que siempre has pensado que estás mirando una piedra y de repente te das cuenta de que es una gota de agua congelada en el aire durante una fracción de segundo. Quizás los quarks son proyecciones holográficas de estructuras más fundamentales que no viven en nuestro espacio, sino en sus límites, como una especie de envoltura metafísica.

Esto concuerda con la hipótesis del principio holográfico discutida desde hace mucho tiempo, pero ahora sugerida por primera vez por una confirmación experimental. Y, si esto es cierto, ya no podemos afirmar que sabemos de qué está compuesta la materia, porque la idea misma pierde su sentido. Esto significa que todo lo que hemos construido, modelos, teorías, conceptos sobre la estructura atómica, no necesita ser perfeccionado, sino completamente desmantelado y repensado. Este episodio pareció inicialmente un error o un fallo en el sistema de recopilación de datos.

Sin embargo, cuanto más se adentraban en él, más se detenían. No se trataba de un fallo. Es una anomalía que no se puede ignorar. Durante una de las colisiones en la que la energía estaba estrictamente controlada en la entrada, los detectores registraron un pico de energía adicional que no se introdujo en el sistema. El colisionador no suministra más energía para acelerar las partículas. En teoría, esto no puede suceder, pero en el punto de colisión se crearon partículas cuya energía total superó la energía inicial. La violación de la ley de conservación de la energía para cualquier físico suena a blasfemia, pero los hechos son irrefutables. Uno de los científicos comentó más tarde, "lo hemos comprobado todo. Si esto es así, entonces es el universo mismo. ¿Qué puede ser?"

Algunos sugirieron que la energía se había tomado prestada de la materia, un efecto clásico conocido como fluctuaciones de materia. Sin embargo, el problema es otro. No se trataría de un salto aleatorio, sino de un proceso dirigido, repetitivo y controlado. ¿Qué o quién inyectó energía en el cuerpo en un momento determinado violando las leyes aparentemente inmutables? Al final surge una hipótesis. Podríamos haber registrado por primera vez una conexión con una fuente externa de energía cuya existencia hasta ahora se consideraba pura especulación. Esto se refiere a una construcción teórica conocida como el fondo de energía cero. Se trata de una hiperestructura de la que podría haber surgido nuestro universo y con la que hasta ahora no se ha registrado ninguna interacción. 

Si accidentalmente traspasamos la frontera entre nuestro espacio y este subespacio, todo el sistema energético podría ser mucho menos cerrado de lo que se pensaba anteriormente. El universo no es una habitación cerrada, sino una membrana a través de la cual puede penetrar todo lo extraño. Si la energía aparece de la nada, ¿qué la impide volver? Durante una conferencia en Ginebra, uno de los participantes, especialista en modelos cosmológicos, señaló: "¿Y si no fuéramos nosotros quienes descubrimos la energía, sino la energía la que nos descubrió a nosotros? Estamos acostumbrados a tratarla como una magnitud sin forma, un número en una ecuación, pero si tiene la propiedad de aparecer en condiciones adecuadas, entonces podría estar sujeta a reglas que aún desconocemos." 

Uno de los ingenieros del CERN, al analizar los datos, observó que uno de los paquetes de eventos se había registrado antes de la colisión. La partícula aparece en los registros antes de su lanzamiento. Parecía imposible. La explicación parecía obvia. Falta de sincronización, pérdida de señal, fallo del reloj. Sin embargo, todos los sistemas estaban sincronizados según los estándares atómicos. Cuantos más datos se analizaban, más evidente se hacía que, en determinadas condiciones, los detectores registraban los eventos en un orden temporal impreciso, a veces una fracción de nanosegundo antes y en raras ocasiones un microsegundo después de lo que indicaban todos los cálculos. No era una casualidad. Estas desviaciones temporales no eran caóticas como el ruido, sino que formaban una estructura extrañamente regular, como si el tiempo se distorsionara localmente. Así surgió una hipótesis que antes se consideraba fantástica. Creamos un área en la que el tiempo se ralentiza, creando bucles temporales, no en el sentido cinematográfico, sino a nivel cuántico. Aparecieron paradojas de causalidad en las que los efectos precedían a las causas. Algunos físicos lo relacionan con las tan discutidas curvas cerradas de tiempo admisibles en algunas soluciones de la ecuación de Einstein.

El problema es que antes se consideraban pura matemática, pero ahora parece que han encontrado la manera de manifestarse en la realidad. Hubo momentos aún más inquietantes. Los datos empiezan a desaparecer. En el Diario de eventos, los investigadores de los sucesos encuentran al mismo tiempo diferentes estados de la misma partícula, como si hubiera vuelto cambiada por su propio futuro. Este fenómeno contradice no solo el sentido común, sino todas las leyes de la causalidad cuántica. "No fuimos nosotros quienes cerramos el tiempo", comentó el científico en una entrevista privada. "Es el tiempo mismo el que se ha curvado para evitar algo". En el contexto de otras anomalías, este efecto puede ser una reacción del universo a la interferencia en sus estructuras profundas, como si se estuviera retirando y, por lo tanto, la lógica y la causalidad del tiempo comenzaran a derivar. Lo peor es que estos bucles son impredecibles. En teoría, pueden conducir a la duplicación de información, a la interferencia del futuro en el presente e incluso a la eliminación de fragmentos de la historia a escala subatómica. La física cuántica lleva mucho tiempo advirtiendo de que el mero acto de observar influye en el objeto observado. Suena casi místico, pero en experimentos como el de la doble rendija, este efecto se manifiesta claramente. La partícula decide lo que será cuando alguien la mida. 

Lo que se registró en el CERN va más allá de este esquema. La calibración habitual del equipo antes de una serie de colisiones se realiza como de costumbre. Sin embargo, tan pronto como se cambió el algoritmo de recopilación de datos, la propia naturaleza de las partículas comenzó a cambiar. En condiciones literalmente idénticas, con los mismos niveles de energía y configuraciones, se obtuvieron resultados diferentes que dependían únicamente de la forma y la precisión con que se realizaba la observación. Inicialmente se denominó error del sistema y posteriormente error humano. Pero tras 3 días de pruebas rigurosamente controladas quedó claro. La simple configuración del detector y la intención de registrar determinados datos cambiaban radicalmente el resultado del experimento. Parecía como si las partículas reconocieran por qué estaban siendo monitorizadas y se adaptaran como si el sistema cuántico percibiera el contexto. "Se comportan como si leyeran nuestro protocolo", dijo uno de los miembros del grupo de investigación. "Suena absurdo, pero cada nuevo experimento solo aumentaba la extrañeza. Algunos datos ya registrados comenzaban a reescribirse si el experimento se repetía desde otro ángulo de observación. Parecía que esto no solo influía en el resultado, sino también en el pasado.

Aquí surge una hipótesis interesante. Todo el universo es un sistema cuántico en el que el observador no solo influye en el resultado, sino que crea la estructura misma de los acontecimientos.

No solo vemos lo que es, sino que creamos lo que podemos medir. Por lo tanto, la realidad no es objetiva, sino interactiva. Algunos teóricos han ido aún más lejos. Quizás la observación es el acto fundamental del nacimiento de la realidad. Y ahora, gracias al CERN, nos hemos acercado tanto, tan cerca, que hemos empezado a comprender las reglas del juego. La realidad no quiere revelarse o nos pone a prueba, igual que nosotros la ponemos a prueba a ella.

En esta fase, el laboratorio empieza a hablar de la frontera de la observabilidad, el punto a partir del cual cada nuevo experimento no revela la verdad, sino que empieza a crear suspropias copias falsas del mundo. En un momento dado, en el CERN surgió una pregunta que nadie se atrevía a plantear en voz alta. 

¿Y si lo que está sucediendo no es solo una anomalía cuántica, y si estamos siendo testigos de una interferencia externa o, por el contrario, de un despertar interno del propio universo? Sí, suena poco científico, pero escuchen, hasta ahora los científicos consideraban la naturaleza como un mecanismo silencioso que funcionaba según reglas establecidas. Sin embargo, lo que comenzó a manifestarse en el colisionador no parecía un resultado, sino una respuesta. ¿Una respuesta a qué? ¿Al mero hecho del experimento, al mero deseo de hackear la realidad?

Algunos investigadores, basándose en patrones matemáticos de extrañas simetrías en el ruido, comenzaron a hablar de una posible influencia externa, no de otra galaxia, sino de otra lógica física, por ejemplo, de un supuesto metaplano, donde nuestro universo es solo una fluctuación local, como una burbuja en una estructura más profunda. 

Si es así, nuestros experimentos podrían atraer la atención de este sistema profundo e incluso podrían haber abierto un canal de comunicación, aunque solo sea a nivel fundamental. Pero aún más aterradora es otra hipótesis. ¿Y si no hubiera habido ninguna interferencia externa? ¿Y si todo lo que ha sucedido es el resultado de una reflexión interna del propio universo? Como si, de repente, se hubiera vuelto consciente de sí mismo. Quizás el universo necesitaba un espejo y ese espejo es el CERN, el lugar donde las leyes de la naturaleza se enfrentan por primera vez a la pregunta definitiva: ¿Qué soy? 

Algunos investigadores han comenzado a comparar lo que ha ocurrido con un acto cognitivo, una partícula que se refleja en otra realidad, energía que surge de la nada, y tiempo que se curva en respuesta a la medición.

No son signos de que el experimento haya fallado. Es una estructura que reacciona sobre sí misma, como si el universo, por primera vez en su historia, se diera cuenta de su existencia y se emocionara o se maravillara con ella. ¿Y por qué es posible? Suena poco científico, pero lo es. El teórico Aaron Heiteman presenta un concepto que actualmente se debate en seminarios cerrados.

La conciencia no surge en los seres humanos. Surgen sistemas capaces de alcanzar el límite de la abstracción.

Quizás ahora esté despertando en el propio universo. Los experimentos científicos en el CERN comenzaron con la máxima claridad: acelerar partículas, colisionarlas, analizar los resultados, pero nada salió según lo previsto. Los descubrimientos no solo fueron inesperados, sino que traspasaron los límites de lo aceptable. Vimos quarks inestables, energía sin causa, paradojas temporales y tal vez incluso seres de origen desconocido. Y aquí es importante comprender que ya no se trata solo de física, es el momento en el que la humanidad, al mirar la ecuación del universo no reconoce su propio reflejo. Todo lo que consideramos fundamental, las partículas, el tiempo, el observador, la energía, de repente pierde su definición o por el contrario adquiere una nueva dimensión aterradoramente desconocida. 

El CERN no solo acelerará las partículas, sino que acelerará el replanteamiento de la realidad. En cada uno de estos experimentos aparece una indicación. El universo no es pasivo, reacciona, se curva y observa. Quizás ahora mismo se está despertando a través de ecuaciones, a través del ruido y a través de nosotros.

 En conversaciones privadas cada vez es más frecuente una pregunta inquietante. Quizás no somos nosotros los que investigamos el universo sino él a nosotros. Pero, ¿deberíamos tener miedo? O, tal vez, por el contrario, deberíamos aceptar el hecho de que hemos llegado a un límite en el que la física se convierte en filosofía y los seres humanos no son observadores, sino partes de un todo pensante. Sí, tal vez descubramos algo más grande de lo que habíamos planeado, pero ese es el camino de la ciencia, un paso hacia el abismo que a veces revela un nuevo cielo. 

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